sábado, 16 de noviembre de 2013

Una nota de ANALIA MARCHESANO en la revista La Granada 

Vestidas de cielo. El trabajo de las brujas.
Si te digo que alguien es bruja, no te vas a imaginar una investigadora, una mujer laboratorio, una mujer de conocimiento, una sabedora de los poderes de las plantas, del cielo, de los poderes de las mujeres. Y una bruja es eso, una bruja es una investigadora y una mujer de conocimiento, es alguien que investiga los misterios. Pero nos pasó por encima La Inquisición, y sus hogueras y sus torturas y su terror nos hicieron mella. Y la palabra “bruja” quedó marcada, relegada a los cuentos de Walt Disney donde es mala y devora niños, relegada a la burla, a la sospecha de chanta, de engañosa, peligrosa, mentirosa. Myriam Wigutov durante mucho tiempo ha practicado el oficio de bruja y  se ha nombrado a sí misma de esta manera como una forma de resistencia activa, y como una forma de rescatar la memoria de todas esas mujeres que murieron, por mujeres, y por brujas, en manos del poder clerical.
La sombra y los comienzos
Unas semanas antes de viajar a Santiago de Chile, al Primer encuentro de medicina intercultural y pueblos originarios, donde fue invitada como mujer medicina, Myriam Wigutov me recibió en su casa, una casa que queda al fondo de un pasillo, en Chacarita, a unas cuadras del cementerio.
Charlar con una bruja puede ser una experiencia oceánica, la conversación puede convertirse en un navegar por un mundo que parece infinito; y además te hace pensar que la vida puede ser mágica. Esta historia que les voy a contar no empieza por el comienzo, empieza por adentrarse en la sombra, por ir vestidas de cielo:

-          Myriam, en la última charla que tuvimos me dijiste algo hermoso- le digo, mientras tomamos mates en una especie de patio interno de la casa que hace las veces de living o comedor – me dijiste que una bruja es alguien que se interna en la sombra para volver con una luz en la mano o en la conciencia, ¿de qué hay que estar armada para adentrarse en la sombra?-
-  Hace un tiempo fuimos con un grupo de mujeres al Delta a hacer las cosas que hacen las brujas, a brujear. Las brujas, cuando nos juntamos en la naturaleza, solemos decir en los corros que tenemos que ir vestidas de cielo, lo cual significa estar completamente desnudas. De noche, en el bosque, desnudas. Así se entra en la sombra. El bosque y la noche como la sombra, y el círculo de brujas como una misma; el círculo que representa muchas cosas, entre ellas a una misma y al cosmos, que expresa que tanto lo que hay fuera y dentro del círculo son una y la misma cosa. Estar desnudas quiere decir estar desnudas de cuerpo, presentando la intención con desnudez, y así una se adentra en su propia sombra, en su propio bosque. Entonces, para ir a buscar la sombra, una va desnuda, sin nada que ocultar, con la intención clara, presentando la intención ante una misma, ante la propia conciencia, sumergiéndose en eso que uno no sabe, con las mejores intenciones, con la intención de vengo a buscar lo que no sé. Vestida de cielo que además explica muchas cosas, porque vestida de cielo es con los dioses a favor.
Myriam Wigutov tiene 53 años, un pelo lacio y largo y hermoso y una voz fuerte, amistosa y clara; hija de una familia de médicos, fue la única de la familia que no se dedicó a la medicina, pero sí a sanar. Desde chica, cuenta, tuvo interés por la política y la espiritualidad, promediando su adolescencia y juventud se adentró larga y profundamente en el budismo zen. En su otra vida, Miriam, fue teatrista y docente de técnicas corporales, en el teatro hizo de todo, fue directora, actriz, coreógrafa, asistente de producción, electricista, cantante, bailarina. Su vida como bruja empieza cuando comienza a finalizar su vida como teatrista.
-          Como a los más de 30, cerca de los 40, o a los 30, tuve lo que se llama vulgarmente una crisis profesional pero que en realidad era una crisis espiritual. Dejó de interesarme el arte, en el teatro estaba realmente en lo que creíamos que era  la cresta de la ola, y me empecé a aburrir, empecé a sentir que mi espíritu se estaba mudando hacia algo que no sabía que era. Me empecé a sentir que no sabía quién era, que me estaba pasando, insistía, pero no, iba como secándome por dentro, y mis intereses tenían cada vez más que ver con esto que es el mundo de lo oculto, de lo mistérico, y de lo femenino. Me interesaba muchísimo pasarme horas meditando y escuchando, o teniendo visiones, o recibiendo información que desconocía, y escuchando. Tratando de sensibilizarme, y esto era algo muy poco reconocido, no es que tuve una maestra que me dijo, me pasaba de entrar en estados de conciencia expandida, por suerte tenía el yoga ya que me daba como una suerte de contención y cierta legalidad, o refugio, para no volverme tan loca. Igualmente no te vayas a creer que esto fue ordenado, fue completamente anárquico, complejo y convulsivo. Y después empezaron a caer personas, grupos de personas, que me hablaban de la diosa, de la sangre femenina, libros. Te estoy hablando de hace casi 20 años atrás, los grupos de mujeres y el ciclo menstrual no estaba en boga como ahora, que está instalado, eso quiere decir que hemos hecho bien el trabajo.

En medio de esta crisis, todos sus saberes artísticos se desconfiguraron y reconfiguraron en función de un nuevo interés, las mujeres y lo oculto; llegaron a ella libros, como los de Marija Gimbutas, que revoluciona la arqueología, y habla de pueblos que tenían como deidad a una Diosa. O libros como los de Riane Eisler, El caliz y la espada, que tomando a Gimbutas, habla de pueblos del neolítico, pacíficos y solidarios, donde no había dominación del hombre sobre la mujer, sino relaciones de solidaridad y cooperación.  Feminismo y ocultismo se unen en la historia de Miriam; quedarse horas meditando, teniendo visiones, viviendo estados de conciencia expandida, leyendo a Gimbutas, investigando, encontrándose con personas que le brindan información.  Y corroborando, en la experiencia práctica, que realmente era una bruja:
-          Me encontraba con situaciones en donde tenía que utilizar ese conocimiento, y la situación terminaba certificando que efectivamente era una bruja, situaciones desde simples, como por ejemplo tener una premonición, compartirla con alguien y que se produzca, y que el otro ya no socarronamente te diga: “che sos bruja en serio”, sino corroborándolo; o sea que esto de ser bruja no es un delirio, sino que es algo que es misterioso, que no es conocido por la razón. Hasta situaciones mucho más complejas: encontrándome sanando lugares, espacios, personas, relaciones, de un modo sorprendente, de un modo que no puedo dar cuenta de cómo lo hice, que pareció ser que no lo hice yo, que pasaba a través de mí una corriente que si yo me ofertaba, podía desplazar mi ego de alguna manera, esa corriente producía algo que se parecía a una reparación, donde había ignorancia había conocimiento, donde había dolor de pronto había alivio, pasaba esto.

-          ¿Y cómo fue que empezaste a trabajar de bruja?

-          Fui llamada.

En las épocas del teatro, un alumno entra en crisis, Miriam sospecha que es una crisis espiritual pero no dice nada. Un día llega ese chico a su casa, le dice:  “Yo creo que vos sos la única persona que me entendió, necesito que me ayudes”. Y ese fue su primer consultante. Miriam no se acuerda si le cobró o no. Luego, eso chico trae a otros, y esos otros a otros.

-          ¿Hacés difusión de tu trabajo, volanteás? – le pregunto mientras se levanta a poner la pava para otro  mate. Se ríe.

-          No, de ninguna manera, la gente llega, la mejor difusión en el trabajo.-  Y me cuenta una historia.
Una mujer, que fue a buscar un libro a una librería, ve el libro y se pone a llorar. La librera, sin decirle nada, la abraza, y le da el número de teléfono de Myriam.
-          Y así miles. - Remata.  

Myriam no se llama bruja a sí misma de manera inocente, lo hizo durante mucho tiempo como una forma de resistencia activa, rescatando la memoria de esas mujeres de la antigüedad que sabían del poder de las hierbas, que sanaban a los enfermos, que atendían los partos, que conocían los ciclos de la tierra, que sabían de matemática, de anatomía, sabias e investigadoras que fueron torturadas, quemadas en hogueras. Miriam se llama a sí misma bruja reivindicando a esas mujeres, a esa palabra, y defendiendo la honorabilidad y necesidad de ese oficio para la comunidad. Cuando hablamos del momento en que  decidió cobrar por su trabajo, me dice que siempre tuvo conciencia de que su tiempo valía, pero además:
-          Usar la palabra bruja no era sólo una resistencia activa desde lo ideológico y nada más, sino que también tenía que tener un correlato material. La medicina de la mujer y el aporte de la mitad de la humanidad a la humanidad, tiene que ser reconocido y mensurable económicamente. Por qué es más reconocida un arma, por qué vale tanto un arma, que un taller que enseña, o una sesión, una clase que te conecta con el espíritu. Yo considero que el mundo está lastimado por la carencia de habitar en el espíritu y en lo no material de las cosas. Si yo encontré el oficio de hacer el puente, por qué no cobrarlo.
Pero también dice que si una consultante, de las que siempre termina haciéndose amiga, no tiene dinero para pagarle, no va a dejar de asistirla.
-          ¿Pero qué es ser bruja?- le pregunto, cuando vuelve con el mate.
-          ¿Qué es ser una bruja en el 2013? Lo que suelo responder es que es una mujer que está iniciada en los poderes de la energía femenina en sí misma y en todo lo que existe, una mujer conocedora de las energías femeninas, una mujer capaz de utilizarlas,  una mujer con ética, una ocultista, una mujer que conoce el misterio, o que por lo menos investiga el misterio de lo femenino, que valoriza el sagrado ciclo de la tierra, de los cielos, de luna, de la vida, y de las sangres de las mujeres, y que trata de instalar en la conciencia social que lo femenino y lo oculto, que están bastante asociado, no son nada negativo, sino que están negativizados desde el Estado, desde la Sociedad Estado en la que vivimos desde hace muchos milenios, en donde lo femenino es vivido como amenazante y contaminante. Entonces bruja es aquella mujer que utiliza tecnologías ancestrales femeninas, como las mancias, o simplemente la plática, la conversación, la palabra, el yoga de la palabra, para estar en estado de laboratorio, de elaboración, sin dar terminado el  proceso, de que el conocimiento es una búsqueda permanente. Es la que puede aliviar algún dolor, algunos de los dolores físico, emocional, energético, y del alma, sumergiéndose en la sombra, lo suficientemente profundo, sin temor, y volver con luz en la mano, o con luz en la conciencia.
-          ¿Cualquier mujer puede ser bruja?
-           Todas las mujeres por naturaleza tenemos útero, y no todas están interesadas en conocer los misterios de la sangre femenina y de habitar y de manejar estas energías. Es como tener buena voz, pero no todo el mundo quiere ser cantante. Las mujeres tenemos esta condición, esta capacidad, de ver en lo invisible, generalmente casi todas somos acusadas de ver la quinta pata al gato o el misterio en el huevo, porque tenemos esta habilidad de ver en el misterio, en lo insondable, de viajar entre mundos, y lo que media entre la casualidad de tener una precognición, una premonición, un sueño o una visión azarosa y adoptar el oficio de la bruja es el entrenamiento, lo mismo que en un músico.

La sangre femenina. Lo femenino como sagrado

La menstruación tiene muy mala prensa. Vergüenza, problema mensual, asco, dolor de ovarios, millones de pastillas y laboratorios facturando para paliar los dolores menstruales. Eso y más es lo que provoca nuestra menstruación en nosotras y en la sociedad. La menstruación está vista como un problema que tenemos las mujeres, incluso se ha inventado la pastilla para eliminarla.
Miriam, y otras mujeres también, trabajan para revertir esta situación, para devolverle a las mujeres su relación con su ciclo menstrual, una relación saludable y de empoderamiento al vivir de otra manera la sangre femenina. Miriam dice que este es el tema más grande que conoció en su vida, y enseña a vivir el ciclo menstrual como un misterio a descubrir y no como un problema a resolver. Un misterio donde tal vez se encuentre alojado mucho de nosotras mismas que a veces queda en la sombra. Miriam me cuenta que muchos pueblos de los que fueron aniquilados y conquistados, en todas las latitudes del planeta, la ceremonia de la llegada de la menarquía, o primera luna, o entre nosotros, menstruación, era la más importante de la comunidad.
-          Entonces que pasaba, la niña era tomada por una madrina, instruida un año antes de la llegada de su luna, la instruye en que le va a llegar un sangrado, en lo que esto significa desde todos los puntos, biológico, emocional, energético, filosófico, espiritual, mitológico. Y esa niña comienza a tener un conocimiento de su poder, habilitada comunitariamente como una ciudadana que tiene igual o más rango que cualquier varón guerrero o adulto o adulta. Y a su vez se le traslada de ser dependiente de su madre, se le da el conocimiento de los grandes ciclos de los cielos, de la tierra, y del espíritu, entonces pasa de la madre biológica a la madre universal. Esta niña tiene voz y voto en la comunidad. Adquiere un rango como de adulta, ya puede decidir, puede elegir pareja, porque ya puede tener hijos. Esto significa que esta joven mujer recibe la instrucción de que atravesar el portal de la menarquía le otorga un poder del cual ella es responsable. Y tres son los poderes, poder de engendrar, poder sexual, de vivir el gozo, dar gozo y compartir el gozo, el poder espiritual de ese gozo, de elevarse espiritualmente a través de la sexualidad, que es muy importante, y poder sacerdotal, capacidad visionaria. Nosotras, en el mundo patriarcal, no sólo no recibimos toda esta información, sino que además recibimos todos los palos de la otra mitad de la humanidad, en donde somos objetos de todo tipo de agresión. Entonces por qué es importante que hoy en día las mujeres recibamos  esa información y comprendamos que nuestro ciclo menstrual y los portales iniciáticos femeninos son importantes, es porque recibiremos el conocimiento y haremos contacto con nuestro propio poder. Poder que está aniquilado.
Durante el embarazo de su hijo Ulises, Miriam creó, o en palabras de ella, canalizó, La Rueda Púrpura. Un taller grupal y vivencial donde las mujeres recibíamos instrucción, durante todo un día de trabajo, sobre las diferentes ginergías, o energías femeninas, que se ponen en acción durante las etapas del ciclo menstrual. La virgen, la madre, la anciana, la oscura: la etapa preovulatoria, la ovulatoria, la premenstrual y la etapa menstrual. Luego de esta etapa grupal decidió empezar a trabajar en sesiones individuales, una a una.
Miriam enseña que las etapas del ciclo menstrual son cíclicas como el cielo y la tierra, día y noche; invierno, primavera, verano y otoño; enseña que estamos educadas para vivirnos lineales como las fábricas de pollo o como la tierra sojizada, pero que nuestra naturaleza es cíclica, y que el momento de la oscura, o momento menstrual es el del recogimiento, la quietud, el silencio. Un momento donde gozamos de un estado de conciencia ampliada. Lo que enseña es un mapa, después, cada mujer, con ese mapa, hace lo que quiere, o lo que puede. Me cuenta historia:
-          Recuerdo una mujer que llegó con muchos intentos de suicidios, y que todos eran cuando estaba sangrando. Cuando recibió la instrucción de La Rueda Púrpura, entendió la rabia profunda que le provocaba ser mujer. Infertilidades, muchas mujeres que no pueden embarazarse, y que con el solo hecho de aprender a seguir su diario menstrual lunar, todo se organiza. Digo, pero la gran mayoría tiene que ver con la ignorancia. Es muy poco lo que enseño.
Los mundos invisibles
¿Cómo es la casa de una bruja? En la casa de Myriam hay pocos elementos que indiquen lo que ella es, pero los hay. Por ejemplo, un gran caldero con aspecto de haber sido muy usado apoyado en el piso del living. Cuando le pregunto por él me cuenta su historia: se lo envió hace años un corro de brujas de Irlanda a las que Miriam no conoce, diciéndole, “no preguntes nada”.
-          ¿Y lo usás le pregunto? – mientras miramos el caldero.
-          Claro!
Y me cuenta, que el caldero se usa para ceremonias, y que todos los objetos mágicos, que son las herramientas de las brujas, simbolizan o pertenecen a alguno de los cuatro elementos, agua, tierra, fuego y aire.
-          ¿A qué elemento pertenece el caldero?- Me pregunta, haciéndome sentir una aprendiz de bruja
-          Agua -  atino. Y le pego.
-          Los objetos mágicos de las brujas están muy banalizados, como el trabajo de las brujas- le digo
-          Muy banalizados- afirma, y trae una bola de cuarzo. – Andá a trabajar con esto- dice señalándola- y vas a ver qué banal qué es.
-          ¿Cómo se usa?
-          Bueno…tiene una pilita acá abajo….
Después de reírnos un rato y hablar de las películas que pasa la bola mágica con pilas, Miriam me cuenta que esa bola de cuarzo, como todos las herramientas mágicas, tiene una función simbólica y otra de uso, para decirlo de alguna manera, se usa para entrar en estados de conciencia contemplativa y visualizar. Ninguno de estos elementos fue comprado, todos llegaron a ella de alguna manera mágica, como el caldero. Según Miriam, estos elementos deben ser logrados, no comprados. Porque cada uno de ellos tiene que ver con el trabajo de la bruja con alguno de los elementos, y con los espíritus de esos elementos. En el mundo de las brujas, el universo está vivo, hay espíritus en la tierra, en el aire, en el agua, y los hay en el fuego, éstos últimos son los que requieren más entrenamiento para trabajar con ellos.
Le pregunto por su trabajo en las sesiones, qué es lo que ella hace en el trabajo de las sesiones:
-          No tengo ni idea-  me responde, y cita a otra bruja- Vicky Noble una vez dijo algo interesante, es una maestra y amiga, y colega muy importante. Ella dijo algo así: “somos como un pararrayos que trata de captar algo que es como el rayo”. La verdad, es que ahora que lo estamos pensando, el budismo zen me enseño a no darle crédito a mis pensamientos, a que mis pensamientos no son lo importante, a correrme, entonces aparece otra sustancia, difícil de nombrar, llamémoslo el ser, que tiene otra forma de moverse, y otro espacio, que también trabaja a través de la mente, de otro modo. Ahí está la intuición, la percepción, la visión, sin la carga y el peso de los mandatos, prejuicios, que pesan sobre la jaula mental de lo que llamaríamos el ego, la personalidad. 
Myriam insiste mucho en la importancia del lugar de “no saber” de la bruja, la postura de acercarse al misterio sin saber, armada de técnicas y saberes, pero sin saber, preguntando. Y también en el aspecto pragmático de la bruja, “una bruja es una mujer pragmática” dice, porque no sabe y va probando, va investigando. Si esto no funciona, prueba otra cosa.
Miriam habla, es muy generosa con su saber y su experiencia, hace dos horas que estamos charlando y ambas estamos encantadas.
-          Tengo unas últimas preguntas- le digo
-          ¡¿Ya las últimas?!- me contesta con ganas de prolongar la charla. Así que yo, encantada también, prosigo con la entrevista.
-          ¿Cuáles son las cosas que más disfrutás de tu oficio?
-          Uh, a ver, ¿qué serían para vos cosas?
-          Las cosas que sentís, las que ves, las palabras que escuchás, las palabras que decís…..los vínculos que se construyen.
-          Todo eso que decís es maravilloso, me produce un gozo, una felicidad enorme. Me produce mucha felicidad cuando la mujer que es consultante siente felicidad, y llega a esos lugares de comprensión, algunas lo viven así como una explosión, una explosión de fuegos artificiales, y es muy amplio y muy grande; y otras es más con cuenta gotas, y otras directamente están cerradas y no lo experimentan, cuando eso pasa, cuando no lo experimentan, yo sí igual lo experimento, experimento eso que me produce placer, pero puedo ver cuando se cierran, hay veces que eso me da mucha frustración, o me daba mucha frustración, cuando era más joven, cuando creía que las cosas dependían más de mí, y ahora me doy cuenta que las cosas no dependen tanto de mí, que dependen de infinidad de factores que no soy yo. Entonces te diría que hay mucho de juego, de creatividad, de improvisación, hay mucho de arte, de artesanía, casi como un estado lúdico, entonces es disfrutable todo el tiempo. Incluso cuando aparecen llantos, lágrimas, dolor, por ejemplo, cuando estoy trabajando cuando una mujer que ha padecido violaciones sexuales durante mucho tiempo, es tocar un territorio de dolor…enorme. Y aún así hay un gozo liberador en estar metiendo la mano ahí, metiendo el espíritu ahí. La mujer que ingresa con una carga pesada y dolorosa se va alivianada, y eso ya es…una felicidad.
Meter las manos en el dolor, entrar a la sombra, tener visiones, navegar entre los múltiples mundos invisibles con los que convivimos, tener estados de conciencia expandida, por esos lugares anda nuestra conversación cuando le pregunto por qué, si las experiencias de tener visiones, o premoniciones son tan humanas, y quizás más frecuentes de lo que creemos, están tan negadas.
                 - Pienso que hay un discurso oficial, que es el de los que detentan el poder económico y   político, del Estado, de difusión, el poder de las ideas, y todo lo que no sea funcional a ese poder, bueno, no está del todo aceptado. A ver, por ejemplo, el fenómeno mediúmnico o precognitivo, si vos vas a un médico y le comentas, mi hijo no llora o llora todas las noches, le van a hacer todo tipo de exámenes, todo tipo de cosas, jamás se les va a ocurrir que ven algún tipo de energía, que escuchan algún tipo de voz que los asusta y les da miedo, en cambio si vos lo llevas a una curandera, o a una machi, va a instalarse en la casa, va a percibir, va a mirar donde mira el nene, como duerme, como cambia la respiración, va a tratar de conocer la historia de la familia, y posiblemente descubra que esta personita está viendo realidades, cosa que le pasa a los chicos, que los adultos dejamos de ver para poder adaptarnos a la tercera dimensión y no morir en el intento. Entonces, a que conclusión podemos arribar, que cada cultura condiciona el modo en que es usado el cerebro y hace una selección sensorial, educa o adoctrina en lo que se debe percibir y en lo que no.
            - Y de qué manera pensás vos que no sería funcional a esta cultura, poder percibir los mundos invisibles sabiendo de que se trata. Que disrupción provocaría.
Y, sería otro mundo. Imaginemos que le pasaría al señor que viene a podar el árbol de enfrente, la cuadrilla de la municipalidad de Buenos Aires de Macri, si supiera que ese árbol tiene espíritu, y habla, y siente. Creo que tendrían un conflicto, se angustiarían, llorarían, les pasarían un montón de cosas. Ese trabajo sería diferente, sería más ceremonial, habría una charla con el señor árbol, que se parece bastante lo que hacen los pueblos originarios hoy día cuando van a tomar de una planta una hijita, hacen una ofrenda, se sientan, conversan, tienen un vinculo con la naturaleza de esa planta, o con la naturaleza del río, o del animal que van a matar. No matan masivamente, el tema de la relación es el punto, la relación con. Entonces yo me imagino que sería un mundo muchísimo más escuchado, y más presente, lo visible sería más visible, lo inaudible sería más audible. Hay un mito o leyenda que dice que todos los reinos, el reino animal, vegetal, mineral, y todos los elementos: aire, fuego, aire, tierra, en una edad de la humanidad muy pretérita vivían en la tierra, que los humanos éramos una de las razas que habitaba el planeta, que los arboles caminaban, que las piedras hablaban, las hadas, los duendes, los elfos (todo esto en términos europeos, acá tienen otros nombres), y que existían las razas de los gigantes andaban entre nosotros (que todo eso quedo relegado al mundo de los cuentitos infantiles). Y lo que dice la leyenda es que cuando el ser humano se convirtió en el depredador y en el conquistador, 5000 o 6000 años antes de nuestra era, todos esos seres decidieron hacerse invisibles para que no fueran depredados, conquistados, arrasados. Me gustaría creer que es verdad. Yo he subido montañas muchas veces, y me ha parecido estar en compañía de muchos seres.
El agua del mate ya está tibia, y nosotras satisfechas y cansadas de nuestra larga charla. Nos despedimos con un abrazo y me vuelvo a mi casa pensando que yo no sé realmente si los árboles hablan, que sí creo que tienen espíritu, y que además quiero creer que sí, que quiero creer que hablan y que tienen espíritu porque estoy segura de que sería un mundo mucho más bello si todos creyéramos que es así. A nuestro mundo le hace falta, pide a gritos, un poco de magia real, de creer realmente que los gnomos son los espíritus de la tierra que pueden enseñarnos cosas sobre ella, que hay hadas que son los espíritus del aire, que convivimos quizás con otros mundos invisibles que están a disposición de nuestra percepción si le damos crédito. Pienso también que ser bruja y ser una mujer con ganas de descubrir sus propios poderes de mujer van de la mano. Y que este mundo mejoraría un montón si les diéramos un lugar honorable a las brujas, a las mujeres sabias, a las que se adentran, vestidas de cielo, en el misterio, a las que te enseñan a relacionarte con tu propio misterio y con la magia de la vida. No creo que esa magia sea patrimonio de los pueblos originarios, ni de algunos elegidos o elegidas con dones, creo que es patrimonio de la humanidad, y que es una dimensión nuestra que podemos recuperar.
















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