martes, 13 de noviembre de 2012





El Nacimiento de La Rueda Púrpura Myriam Wigutov Teatrista, Docente de Técnicas Corporales Instructora de Yoga y Sanadora - Sacerdotisa de la Diosa myriamwigutov@hotmail.com laruedapurpura@hotmail.com www.laruedapurpura.com.ar 4553-2575/15-5- 729 4064 Entrevista realizada por Claudia Lamata Un tibio y soleado día de Setiembre, Myriam Wigutov abrió la puerta de su casa y me recibió con una sonrisa y un cálido abrazo. Nos acomodamos en su templo, su lugar de trabajo, para dar comienzo a lo que ella denomina un encuentro. Después de varias horas, pude comprender más profundamente la naturaleza femenina, la mía y la de todas las mujeres, así como la energía femenina y la necesaria revalorización de la menstruación. Con la soltura y la gracia que caracterizan lo genuino y verdadero, Myriam supo conducirme tanto por su historia personal como por sus creaciones. Así, de esta forma, inició la charla. M/- Me presento: Myriam Wigutov de profesión, Bruja. Uso esta palabra, depreciada a partir de la inquisición, para devolverle su verdadero valor, y detectar a las personas de mentalidad escasa. Aquellos/as que preguntan “¿vos sos bruja?, pero las brujas son malas y vos no pareces demasiado mala”. A esas personas no les voy a explicar de que se trata mi tarea, en cambio a quien pregunta ¿y qué es ser bruja? Con el adecuado asombro curiosidad y respeto le contaré que: La palabra bruja que en ingles se dice witch, deviene de una bella y antiquísima palabra y práctica egipcia, “Baq”.Significa varias cosas: poder femenino, mujer de poder, mujer que conoce su poder y lo usa, mujer que conoce las palabras mágicas o de poder. O sea que bruja significa mujer empoderada. Pero en verdad mi título honorífico es Sacerdotisa de la Diosa. ¿Y qué es ser una sacerdotisa de la Diosa?, en pleno siglo XXI, preguntará el interesado... es ser una mujer que cultiva diariamente (como quien cultiva un jardín) la amistad, la relación con la ENERGÍA FEMENINA, propia, en otras en otros, en los ríos, los montes, la atmósfera, en el universo. Cultivo la relación con lo femenino para mantenerla, hacerla consciente, florecerla, quitarle la maleza de siglos de descrédito, aumentarla, dirigirla, ofrecerla, protegerla y darle rango sagrado, instalarla en la conciencia de la humanidad como un valor positivo, como un capital de la humanidad. La Energía Femenina en las religiones tradicionales y mayoritarias ha estado relegada a lugares secundarios, terciarios, ha sido devaluada, así como la mujer en la sociedad y en la cultura. Una cosa guarda proporción con la otra. Porque en el imaginario religioso actual no hay Diosas, es que las mujeres estamos en este lugar de degradación, luchando por recobrar nuestros derechos porque no tenemos mitos, no tenemos arquetipos que guíen nuestra vida, nuestro viaje del alma. Ser Sacerdotisa de la Diosa es traer nuevamente a la conciencia el caudal de lo Femenino como sagrado. También lo llamo lo femenino impersonal que está en todo, en todas y todos, es inmanente. Es lo que los chinos llaman Energía Yin, lo que trato de cultivar en mi, en vos, en nosotras, en las relaciones, en los trabajos, y cada vez que puedo. Esta ENERGÍA FEMENINA IMPERSONAL está excluida, denigrada de variadas maneras en nuestra cultura. Está ausente en el lenguaje, en nuestro pensamiento, en nuestras relaciones, en nuestra economía. Mi propósito es traer desde el fondo de nuestro inconsciente personal y de género, esa energía femenina inmortal que también vive a través de nuestros cuerpos. Volvernos conscientes de ella es mi propósito, poner palabras, acreditar esa energía y devolverle el rango sagrado. C/- ¿Lo que decís es maravilloso pero cómo lo desarrollas, cómo se ve en el afuera? M/- Lo desarrollo en varias áreas, que son aparentemente todas diferentes pero en verdad son distintas manifestaciones de cultivar la energía femenina. Soy profesora de yoga, entonces una de las cosas que hago cotidianamente es dar clases de yoga en mi casa a todo el mundo, desde la óptica de la Espiritualidad Femenina y desde la cosmogonía donde lo femenino es sagrado. Esto por supuesto se transmite mas allá de las palabras y de las prácticas, porque está en mi carne, en mi vida, en mi casa, se transmite, sucede mas allá de lo que yo diga o deje de decir. La práctica de yoga es una práctica cotidiana que la hago hace muchos años, desde este contexto como bruja. Comencé mi formación muy jovencita. C/- ¿Cómo fue esa formación? M/- Llegué al yoga ya mas de grande, inicié la carrera de TÉCNICAS CORPORALES a los diecinueve recibiéndome a lo veintitrés años. Exploré todas la TÉCNICAS CORPORALES occidentales que estaban en boga en los finales de los;’70 y comienzo de los’80, Expresión Corporal, Eutonía, Gimnasia Conciente, la técnica de Moshe Feldenkrais, psicodanza, biodanza, tai-chi y llegué al Yoga luego de haber pasado por todas estas técnicas que las exploré en mi misma y las trabajé como coordinadora de grupos habiendo elegido y sintiéndome con mucha identidad en la GIMNASIA CONCIENTE. En esos años en los que me dedicaba al trabajo corporal occidental llegué con este equipaje al yoga y dije “ Hoooooooo!!!! Aquí está el principio y el fin de todo”. Sintiendo que el yoga fue el primer sistema que codificó no solamente el trabajo corporal sino sus resultados, integrando desde el trabajo corporal, el trabajo psíquico, el trabajo emocional para llegar a la espiritualidad. También, en esos años, antes de encontrar el yoga hindú hice un entrenamiento Zen muy poderoso, tuve la buena estrella de encontrarme con mi maestro Zen, Augusto Gen’Un Alcalde Roshi, de la familia de La Nube al que siempre estaré agradecida porque me enseño, cómo él solía bromear, a limpiarme los mocos espirituales. Y también a su maestro: Robert Aitken Roshi. Un hombre, fue mi primer maestro sí, un hombre con un buen par de tetas, muy nutricio, femenino en el sentido de poder incluir la energía femenina en el orden de lo sagrado. Con él discutía bastante ¿por qué en el Zen no hay casi Kohans donde las protagonistas eran mujeres? Por eso luego salí del Zen, porque la estructura patriarcal del budismo no contenía mi indagación. Pero realmente conocí el corazón de la práctica de primera mano y esto ha marcado un surco en mi corazón, cuerpo y espíritu. Me dediqué al teatro veintidós años desde mis dieciséis, hice de todo en el teatro, desde armar las luces, hasta escribir, actuar, dirigir, enseñar, investigar. El teatro era mi identidad y haber logrado un lugar respetable y vivir de él fue cumplir mi máxima aspiración. Hacía lo que quería y sabía hacer y lo uní con el sueño de dejar la capital y vivir en las afueras. Todo estaba de maravillas...pero un día estando en la cresta de la ola de mí sueño sucedió lo inesperado: no sé porque dejó de interesarme el teatro. Tenía muchos grupos de alumnos, elencos que venían para que yo los dirigiera, estaba asociada a un grupo internacional, coordinaba un pequeño teatrito suburbano...y un día me empecé a aburrir. Traté de negar esa realidad mucho tiempo, de sobreponerme. El teatro empezó a vaciarse de sentido para mí, había renunciado muchas cosas por éste, había logrado ser la artista que quería e iba por más. Y aunque me apasiona la medicina había logrado ser la Teatrista y no la médica que debía haber sido según los mandatos familiares. Vengo de una familia de científicos: mi padre es médico cardiólogo, mi hermano cirujano y mi madre enfermera diplomada e instrumentadora quirúrgica. Mi padre estudió conmigo en su regazo desde que yo era un bebé, me llevaba a las operaciones desde que tengo uso de razón. Para mi un cerebro, un corazón latiendo, un hígado, la muerte, es algo cotidiano y esto se lo voy agradecer siempre a mi padre y a mi madre. Papá, cardiólogo resucitador, lo he visto en la danza chamánica de traer las almas a éste plano, claro que con su guardapolvo blanco y el estetoscopio, y esto lo he visto desde que nací. Investigador de la hipnosis y la sugestión... tenía cinco años, y detrás de la puerta del consultorio que estaba en casa, lo escuchaba hipnotizar a sus pacientes. He sido una buscadora de unir el cuerpo con el espíritu y con muchos aportes valiosos, no tengo un diploma de la universidad de medicina, pero le digo siempre a mi madre, finalmente soy “médica” pero del alma, vengo a completar lo que a la familia le faltaba. Me enorgullece ser bruja porque ellas han sido las primeras anatomistas, botánicas, investigadoras, buscadoras del origen de la vida y de las causas de la muerte. Las primeras creadoras de terapéuticas, de la recepción de las almas en los partos y de la despedida de las almas en las muertes. Sin estructura institucional hago eso que hacían las brujas de antaño: investigo, busco el origen, nunca me alcanza saber lo que sé, esta sed de conocimiento del origen es lo que me ha llevado hasta la morada de la Diosa. C/-- Es muy clarificador lo que relatás y lo asocio con el Ser Bruja como vos decís, pero ¿qué pasó entonces con el teatro? M/ - Empezó a aburrirme, no sabía lo que me pasaba, era como si mi cuerpo se estuviera vaciando de mi alma y no podía oponerme a esa realidad. Era un movimiento extraño, desconocido para mi, contra el que luché denodadamente. Viví una crisis vocacional en un momento en que toda mi vida giraba en torno a la práctica teatral. Hoy sé que estaba viviendo una profunda transformación. Lentamente me relajé y cedí a eso que estaba sucediendo y pude abandonarme a la idea de dejar el teatro sin morirme de hambre porque tenía el recurso del yoga. Gracias a ceder, gracias a descender, a aislarme empezó a ser conciente y creciente, el Portal Iniciático Central de la Vida, el de la Adulta Realizada (cit. Analía Bernardo) o La Madre. Antes de llegar a la maternidad, porque todavía no estaba embarazada, estaba viviendo espiritualmente un desplazamiento de mi pequeño yo, porque un alma iba a encarnar a través de mí, a quien le iba a prestar mi cuerpo para que se materializara. La Maternidad es un portal iniciático que tiene muchos subportales. Y esto ya estaba sucediendo en mi espíritu y no sabía como se llamaba y realmente me rendí ante el suceso. Leído desde otro lado, podría interpretarse como que estaba deprimida. Lo que necesitaba era tener un sábat, una pausa, introspectarme, atravesar un estado en blanco. Luego de mucho oponerme me lo permití. Y así empecé a tener visiones, sueños, comenzaron a llegar a mi personas, libros, palabras; lentamente se organizaba lo que estaba sintiendo. Daba clases de yoga y me dediqué a escucharme, a meditar, dibujaba lo que veía en mis sueños, dibujos que no entendía. Recibía mensajes, visiones, como un sueño lúcido que años después pude resignificar, pero en ese momento solo bajaba información a través de mi que no sabía cómo ni qué eran. El primer libro con que me encontré fue el de Dianne Stein, se llama Espiritualidad Femenina. Un texto que organizó y acreditó todo este evento, estaba conociendo de un modo no racional la energía femenina, mi propia Energía Femenina. Y entonces ocurrieron las primeras visiones de la Diosa. No eran muy figurativas, eran más bien abstractas, sensaciones, texturas volúmenes que barrían mucha polución mental. El caudal de Energía Femenina Impersonal no se manifestaba cómo apariciones físicas, no. Sino que tenía percepciones abstractas, volúmenes, colores, luz. Sentía que era algo muy importante que me estaba pasando y decidí hacerle espacio dentro de mí. C/- Además de las visiones, las sensaciones que tenías cuando se te aparecía, ¿cómo eran? que sentías en tu alma, en tu interior? M/- La sensación era una certeza de que la luz y la sombra coexistían trabajando a través de mí todo el tiempo. Nada cómodo. Eran ráfagas de iluminación, tomando a la iluminación como comprensión, como isigt. Como ver el ser no como la cosa idílica del Buda iluminado. No, era muy vívido, muy físico, en el cuerpo, en el mundo. La práctica de la Bruja es muy en lo mundano, muy experimental, pragmática, soy terriblemente pragmática. Es una espiritualidad pragmática, no es una espiritualidad abstracta allá en el templo, allá en el cielo, el templo es tu casa, tu vida, tu cocina, tu cama, tu hijo, tu pareja, sobre todo tu cuerpo, todo es el cuerpo de la Diosa. Por ejemplo cuando soñaba: eran transpersonales, el arquetipo de la Diosa me hablaba directamente, eran sueños de otro calibre diferente a los sueños con abundante resto diurno, durante el sueño recibía una transferencia de energética, de un poder que me colmaba y me gratificaba de una manera nueva para mí. Cuando salía del sueño estaba llena de inquietud porque no sabía lo que me había pasado, entonces el contraste era muy inquietante. Estuve viviendo en solitario esta experiencia casi dos años. Fue durísimo, pero muy interesante porque estaba aprendiendo de mi propia experiencia sin manipularla, y con la espontaneidad propia de la ausencia de dogmas. Imaginate que el teatro fue una vida sumamente gregaria, comunitaria, social, grupo, gente, público, expuesta. Esto que hice de cerrar la puerta de mi casa y meterme en la espiral de mi propio útero fue como un trabajo compensatorio de esos veintidós años, aunque ciertamente violento en su contraste. Hasta que pude acreditar esta experiencia y me auto inicié, dije bueno, yo estoy transitando mi espiritualidad, estoy conociendo a la Diosa en mi vida y esto se llama así, nadie me dio este saber de afuera, yo me lo acredité o mejor dicho le di crédito a este saber. Digo que no es nada cómodo porque mucha de mi estructura anterior, del sistema de valores se rompía para poder recibir este caudal. No era muy pacífico el fenómeno, realmente era como estar adentro de una moulinex, algo moría y algo nacía. En ese contexto quedé embarazada. Había soñado un embarazo toda mi vida, lo había buscado y nunca había quedado, creía que era estéril y quedé embarazada sin buscarlo. Me sentía muy mal, estaba incómoda y tenía unos niveles de angustia que hasta ese momento no había conocido y que no podía pilotear, estaba desbordada. Me encuentro de modo casual con un parapsicólogo que hacía sanaciones espirituales con el que trabajaba una gran amiga mía. Yo desde los quince años me psicoanalicé con la misma psicoanalista con la que hice psicoanálisis freudiano en el diván, quince años de mi vida! Y viniendo de una familia de científicos era bastante escéptica. Pero en la primer sesión de sanación sucedió algo que en quince años de análisis no había sucedido: recordé , mejor dicho reviví, que a los once años fui violada, emergiendo el dolor largamente reprimido, una herida en mi Yoni ( palabra sánscrita que designa , entre muchas mas cosas, los genitales femeninos, pero también significa Diosa) físico y no físico, olvidado, reprimido. Tapiado, bajo diez mil cerrojos, para que no asome dolor tan grande. Ese embarazo me llevó hasta la profunda Herida Femenina y allí en el corazón de ese daño emergió La Rueda Púrpura. Preguntándome hondamente ¿qué hago con este dolor? Cómo respuesta se gestó el Taller. C/- Lo siento como que además atravesaste por una sanación espiritual intensa, profunda y reveladora. M/- Si, así fue todo lo que había hecho en mi vida cobró un sentido nuevo. Era como un océano que estaba migrando hacia un desierto, esa era mi vivencia física. Todo lo que sabía se estaba reorganizando, armando otro dibujo, para entender algo que tenía que ver con lo que yo llamo en mí libro La Herida en lo Femenino Sagrado. La Herida Femenina que cala tan hondo, que atraviesa, no solamente el cuerpo, la psique y la mente sino que llega hasta el plano energético, espiritual, y el alma y que incluye, por supuesto, las relaciones. Junto con el recuerdo de la violación a los once años, vino también el recuerdo negado de un brutal castigo que recibí de manos de mi padre por haber iniciado mi vida sexual a los dieciséis años. Creo que la violación y aquel castigo, fueron los dos traumas más profundos en mi Espíritu Femenino; al meterme allí, en ese profundo dolor, La Diosa trabajó enviándome información para sanarlo. No encontraba herramientas allí afuera, entonces las tuve que inventar, vinieron todos los ayudantes, los libros, las personas, las palabras, todo convergía para que ordenara, imaginara y creara ese banquete que luego se llamó La Rueda Púrpura para sanar Lo Femenino Sagrado Herido. Cómo ya dije, esto no era nada prolijo, era inquietante. Estaba embarazada de dos “seres”, dos almas, Ulises y La Rueda Púrpura. Yo creo que el alma de Ulises me trajo La Rueda Púrpura por lo tanto estaré eternamente agradecida a él y a mi ex marido Alejandro que fue el primer ser humano y hombre al que le contaba lo que estaba viendo, sintiendo y le dio valor. Él me ayudó a no quedarme en “che, no será una locura, no me estaré volviendo loca”. Fue un muy buen compañero para ese proceso de creación doble. C/- Nacieron juntos, M/- Casi. Antes de parir a Ulises teminé de organizar el taller, llegué a las últimas semanas del embarazo con el taller diseñado casi igual que como lo hago hoy día. La rutina de La Rueda Púrpura está aumentada y enriquecida por los años de experiencia y porque yo me he transformado mucho, pero es casi la misma que había diseñado en papeles, dibujitos, esquemitas en los que se iban tejiendo toda esta información de los sueños, de los libros, de las personas y de mi propia experiencia. Al cuarto mes de nacido Ulises, hice el primer taller y desde ahí no paré. C/- ¿En qué consiste el taller? Taller Sangre Femenina – Instituto Hanna Arendt M/- El propósito de LA RUEDA PURPURA, al igual que el de LA SANGRE FEMENINA (que co-coordinamos con Analía Bernardo en el Instituto Hanna Arendt) es el mismo: devolverle al ciclo menstrual, y a todos los procesos biológicos del cuerpo femenino, su valor positivo y sagrado. Restituirles el valor de portales iniciáticos espirituales. No dejarlos solamente en sucesos orgánicos, sino redimensionarlos en todo su espectro: como seres totales, materia cóncava, vasijas rojas que se llenan y vacían con cada luna, que sangran sin morir. Cada uno de estos portales iniciáticos nos dotan de un conocimiento transpersonal y espiritual que no solamente nosotras necesitamos, también la comunidad. La humanidad está enferma de falta de amor, y las mujeres somos usinas de amor. En cada portal iniciático que una mujer atraviesa recibe información, herramientas, caudal de amor. No el amor rosa de Hollywood, sino ese amor que crea que disuelve, que mata y que da vida, como el trabajo ecológico de la madre tierra. Como el trabajo ecológico de nuestros úteros que crea para crear y disuelve su propia creación, entonces el valor disolutorio de la energía femenina es tan importante como el de creación. Solo que estamos silenciadas hace ,nada mas ni nada menos, que seis o diez mil años de cultura jerárquica, androcéntrica, o mas popularmente llamado patriarcado. Pero a mi me gusta mas pensar en la palabra androcentrismo que es el gobierno de la energía masculina, cuyo mayor exponente es la guerra. La llegada del concepto de El Dios Padre, Zeus, instala en el conciente y en el imaginario religioso la ética, moralidad y cosmovisión del guerrero conquistador. Yo cultivo la Energía Femenina para nutrir los valores de creación y disolución natural de las leyes universales. La Diosa no es una abstracción, una señora gorda que está en el cielo. La Diosa está acá, en la luz de ese velador, en el agua de esa canilla, en esa hornalla, trabaja todo el tiempo. Es inmanente, le damos representación por ejemplo con figuras de la Pachamama, para poder focalizar, direccionar y cargar de sentido, un concepto y una vivencia de ésa “energía”: para que esa idea no se disperse. Volvernos conciente de esto, cultivar el vínculo, esa amistad, como quien cultiva cualquier otra relación, honrarla, dedicarle tiempo...eso es lo que hace una sacerdotisa de la diosa, disponerse a labrar Lo Femenino que circula en todo y en cada cosa. Mi trabajo como Bruja-Sacerdotisa de la Diosa se desarrolla como maestra de yoga, como coordinadora de La Rueda Púrpura, para todas las mujeres, las que tienen aspiraciones espirituales y las que no. Es muy positivo para las que tienen su interés en el aspecto físico, psicológico o emocional. Y para aquellas que tienen ganas de pegar un salto hacia otros planos de su ser también está muy bien. Para las mujeres que no tienen ganas de participar en un grupo y prefieren trabajar La Rueda Púrpura en forma individual, entonces hago lo que llamo, un poco haciendo broma pero no tanto, Brujería Clínica. C/- Muy interesante e impactante, ¿de qué trata la Brujería Clínica? M/- Son sesiones individuales en donde trabajo con técnicas tradicionales mujeriles desde la cosmogonía de lo Femenino Sagrado para todas aquella personas que tienen algún sufrimiento. Utilizo las herramientas ancestrales femeninas, ese poder del que hablamos al comienzo de la entrevista, el de las palabras mágicas, de los rituales, de las ceremonias, de esta conexión con lo espiritual que las mujeres hemos cultivado a lo largo de la historia y que el judeo-cristianismo ha borrado del campo espiritual. Es un propósito para mí y para Analía Bernardo volver a traer al conciente estas herramientas, por eso trabajamos tanto con la Arqueomitología. Queremos darle rango de ciencia a nuestro trabajo, de una “otra ciencia” no jerárquica, no institucional. Volviendo a una pregunta que me hiciste mas arriba acerca de mi formación: Luego de esos años en solitario encontré con dos mujeres Claudia Vicco y Adriana Achillini, que tenían lo que ellas llamaban Escuela De Sacerdotisas de la Diosa y que editaban una revista: “El Caldero”. Ellas fueron mis iniciadoras formales, y fue a través de ellas que conocí a todas las mujeres de la Diosa que están o estaban trabajando en Buenos Aires a principio de las ’90, incluso a Ethel Morgan. Con Claudia y Adriana hice una experiencia de dos años que para mi fue importante y rica. C/- ¿En que consistió? M/- Ellas intentaban una escuela de Sacerdotisa De La Diosa, un experimento del que aprendí mucho. Intentaban que transitáramos por la experiencia, la vivencia, de lo que ellas habían organizado de sus propias experiencias y su estudio del Oficio. Éramos muy pocas alumnas, empezamos tres luego fuimos dos y al final se disolvió el equipo que habían formado. Claudia Vicco continúa trabajando, Adriana no. También soy maestra de Brujas, para aquellas mujeres que quieran descubrir su bruja interna, les ofrezco un espacio de entrenamiento y acompañamiento emocional. Yo no tengo una Escuela De Sacerdotisas, ni la voy a tener jamás. No me interesa institucionalizarme. Sí tuve cinco grupos de mujeres (que fueron experiencias increíblemente ricas), pero ya no trabajo más ese entrenamiento en grupos. Creo que llegué por experiencia a entender que la iniciación debe ser de boca a oídos, personal, porque necesito dedicar mucho tiempo a cada persona, al proceso de cada persona, necesito la riqueza que me permite la intimidad, el grupo otorga otra riqueza, pero siento que mi energía para los grupos debe ser dedicada totalmente en La Rueda Púrpura. C/- ¿La Rueda Púrpura en qué año nació? M/- A fines de Agosto de 1999. C/- ¿Y el Libro? M/- Se materializó el 21de Diciembre, Solsticio de Verano del 2004, tardé cuatro años en escribirlo. Yo no quería que el libro fuera un evento teórico, quería nutrirlo con la vivencia personal, con mis propios ciclos menstruales, la de coordinar el taller, la de acompañar a mujeres en las sesiones individuales y así fue! El libro tiene dos partes: el cuerpo teórico, la cosmogonía, el lugar desde donde miro la Menstruación y el Ciclo De La Vida Femenina y una segunda parte donde está la batería de técnicas que utilizo para experimentar esa ética y cosmovisión. Amén de esto, ya venía trabajando dos años antes mis propios ciclos menstruales, primero lo hice intuitivamente y luego con la información del libro de Espiritualidad Femenina de Diana Stein. Con este pude certificar mi intuición y me animé a más. Años más tarde, cuando la Rueda Púrpura ya estaba diseñada me encontré con el libro de La Luna Roja de Miranda Gray, al que viví como un regalo, que certificaba lo que yo había experimentado años antes. C/- ¿Cuál es la dinámica del taller? M/- La Rueda Púrpura es cómo un laberinto. Esto me caló hondo del Zen. El Zen tiene rutinas precisas, formas deliciosamente exactas, y descubrí una forma: entramos a una espiral para llegar a nuestro útero, y salimos de él transformadas. Comenzamos danzando, cantando, nos metemos en nuestra propia historia. Uso el arte, la pintura, la danza, el canto, la poesía me valgo de todo esto para llegar a nuestro útero. A mitad del taller hacemos un pic-nic de frutas y mate, descansamos un poco y disfrutamos de ese momento erótico, bellísimo que están todas las frutas abiertas mostrando sus semillas ,igual que las participantes, es un momento hermoso. Trabajamos con faldas y propongo que las que quieran se quiten las bragas. Así circula nuestra energía femenina que brota de nuestros genitales. Hacemos visualizaciónes, les doy información, hay tiempo para interactuar y contar historias personales, también hacer preguntas y responderlas. Todo esto termina con una enorme danza que se llama La Danza Púrpura, en donde bailamos las cuatro energías básicas del ciclo menstrual y del ciclo vital femenino, las cuatro lunas. Me enfoco en que la vivencia sea física, energética, emocional, intelectual, y por supuesto grupal. C/- ¿Cómo definirías a la Rueda Púrpura? M/- La Rueda Púrpura es un refugio lunar. Donde las mujeres primero nos volvemos concientes de que somos usinas productoras, receptoras de esta frecuencia de onda, que podemos no solo conocerla, sino usarla, administrarla, conducirla, aumentarla, diluirla, concentrarla, transitarla o reservárnosla, o las dos cosas. Que podemos adueñarnos de nuestra propia Energía Femenina. Es un laboratorio de relaciones positivas entre mujeres, por eso digo que es un hecho político también, relaciones no competitivas, relaciones no jerárquicas: es muy sanador! Es una Tienda Roja que intenta sustituir el vacío de los antiguos consejos de ancianas tribales. C/- Un último mensaje Myriam. M/- Como último mensaje te entrego un poema que escribí, y que también está en el libro- C/- Muchas Gracias Myriam. Bendición de la Sangre "Bendigo mi vagina: puerta de la vida y el placer ...Bendigo esta sangre que por esta puerta fluye porque me hace pura y me eleva hacia mundos infinitamente insospechados a donde puedo viajar sola o acompañada. ...Bendigo esta sangre porque convierte al sexo en algo especial y Sagrado. ...Bendigo esta sangre que me libera del imperativo biológico de parir, de entregarme abnegadamente a otros, Bendigo esta sangre porque me hace completamente libre, y por ella todos mis actos son para mi placer y el de los que amo... ...Bendigo esta sangre porque con ella puedo hacer Magia y Rituales... ..Bendigo esta sangre que fluye a través mío con cada luna y me hace una con todo el Universo ...Bendigo esta sangre que me invita a meditar y a salir del mundo desenfrenado y material ...Bendigo esta sangre que me invita a ver mi propio Ser, y el de todos los Seres. ...Bendigo esta sangre porque a través de mis emociones el mundo puede ver su propio rostro sensible que tanto se esmera en esconder... ...Bendigo esta sangre porque no estoy embarazada pero, gracias a ella, podré estarlo si lo decido... ...Bendigo esta sangre porque me da el trance y el Éxtasis necesario, para hacer oráculos, viajes astrales y sanar. ¡Bendigo esta sangre porque me purifica, me transforma y me libera de todos los mandatos que me han herido a mí y a todas mis hermanas y a las antepasadas a lo largo de la historia! Myriam Wigutov Del Libro "LA RUEDA PÚRPURA- Taller de Conocimiento Femenino" Ed. de la autora, 2004.

jueves, 29 de marzo de 2012

LA GRAN DIOSA

LA GRAN DIOSA
Por MARTA DILON
PAGINA 12
suplemento LAS 12
30-6-2003


La Diosa, dicen sus cultoras, no es simplemente agregar una "a" al nombre de Dios. Es revalorar los ritos antiguos –de la Edad de Bronce y de Hierro-, que consideraban al útero como dador de toda vida y a las mujeres sacerdotisas naturales de ese principio femenino, condenadas por las religiones patriarcales. Rendirle culto a la Diosa, entonces, es una práctica cultural y también una manifestación diversa del feminismo.




En el principio no era el verbo, dicen las sacerdotisas, era el útero. El huevo cósmico de donde surge toda la vida. De las aguas primordiales emergió la Diosa Origen y parió el cielo y la tierra, la pareja sagrada, los hermanos gemelos, hombre y mujer, que también son amantes, consortes, creadores como su Madre de todo lo que cambia y lo que permanece. Los antiguos la vieron como pájaro o como serpiente, con la vulva expuesta y abierta como una puerta al útero sagrado de donde todo sale y a donde todo vuelve y se regenera. Así la concibieron en distintos rincones del mundo, “fue el centro religioso y cultural de los antepasados humanos durante el Paleolítico Superior y en las culturas agrícolas del Neolítico, del 20 mil al 3 mil antes de la era cristiana, cuando se impusieron las culturas e imperios clásicos de orientación masculina y la difusión del monoteísmo del Dios Padre (judío, cristiano o islámico)”, según consta en el Diccionario de Ciencias Sociales y Políticas de Torcuato Di Tella, Emecé editores. Estas comunidades –prehelénicas, precélticas, prehindúes, etc.- que adoraban a la Diosa no eran matriarcales ni patriarcales, eran matricias, porque todos asumían su origen en una Madre, pero ninguno estaba sobre el otro, no había más fuertes y más débiles porque las debilidades de uno eran la fortaleza de las otras. Y viceversa. Pero todo eso fue arrasado, oscurecido, violado como los hombres violan a las mujeres, como Zeus fuerza a Hera, la diosa del cielo, y a Europa, Asteria, Leda, Némesis y a otras mujeres, diosas y ninfas que habitarán el Olimpo bajo las reglas del todopoderoso Dios del Trueno. Lilith fue ignorada como primera esposa de Adán, hecha de barro igual que él, desterrada por haber querido ponerse encima de él durante el acto sexual. A Eva, la segunda, el Dios Padre la sacó de una costilla esperando obediencia. Y no, la malvada serpiente la tentó y la mujer fue expulsada del Edén, condenada a parir con dolor, heredando desde entonces a su descendencia el pecado original. La religión judeocristiana, tal como la conocemos, sería sólo una manifestación más del patriarcado, según las sacerdotisas y adoradoras de la Diosa. Una manifestación poderosísima a la luz del modo en que se ha impregnado en el imaginario colectivo. Para ellas, la serpiente, lejos de ser malvada, es una Diosa dadora de conocimiento. Las brujas, asesinadas brutalmente durante siglos, no son más que chamanas, hijas de la Diosa como todas las mujeres y los hombres aunque ellas comprenden mejor de qué se trata el ciclo de la vida, porque en su cuerpo algo renace y algo muere mes a mes. Entonces el culto a la Diosa no sería más que una vuelta al origen. Una vuelta al cuerpo, a descubrir en el cuerpo de las mujeres el secreto de lo sagrado, la generación de la vida. En definitiva, según los recientes descubrimientos de la genetista Rebecca Cahn, confirmados y ampliados por científicos de la Universidad de Stanford, el primer humano fue mujer –sólo tenía cromosomas X–, habitó en África y antecede en 80 mil años a los Homo Sapiens.



Feminismo espiritual
En un principio hubo mujeres que quisieron pensar a la Iglesia desde una perspectiva de género, o feminista, que era la palabra que se usaba en los ‘70. Así lo relata una de las principales teóricas nacionales del culto a la Diosa, Ethel Morgan. “La visión androcéntrica no respondía a las necesidades espirituales de las mujeres, por eso hubo teólogas que empezaron a investigar en la historia de las religiones y lo primero que hicieron fue revalorizar a las brujas.” Muchas se apartaron entonces del cristianismo y se entregaron de lleno a los ritos paganos que no eran otra cosa que religiones sojuzgadas por el patriarcado. “Hubo que reinventar a la Diosa, reformular las ‘leyes naturales’ que en realidad violaron a la naturaleza. Así nace la tealogía –de tea, tia o theia, La Divina, titana solar preolímpica, hija de la Diosa Creadora–, largamente definida por Morgan en el Diccionario de ciencias políticas y sociales. “Durante el siglo XX, arqueólogas e investigadoras en diferentes campos –escribe Morgan– vienen desarrollando la tealogía, respondiendo a la necesidad de la mujer de recuperar su arquetipo sagrado como parte de la identidad femenina que colabore en la superación de los estereotipos de orientación patriarcal.” Jane Ellen Harrison, Marija Gimbutas, Barbara Walker, Mónica Sjöö, entre muchas otras, son las que han aportado para conformar este movimiento reivindicado como feminismo espiritual, “que reconoce y celebra tanto los derechos de las mujeres como sus poderes sagrados y espirituales”. De lo que se trata es de recuperar una cosmología en la que poder identificarse para reconocerse también parte activa de lo sagrado y no como mera costilla, pecadora o impura, proscripta de los estudios divinos. “Si sólo contás con un arquetipo –como modelo sagrado más antiguo– de un Dios solo, vengativo, que niega todo lo demás, que modela al hombre a su imagen y semejanza pero saca a la mujer de su costilla, estás creando también un modelo económico, social y político. Y por eso también las mujeres nos sentimos una porquería durante tanto tiempo”, dice Analía Bernardo, periodista y escritora. Si la religión patriarcal sentencia al cuerpo de las mujeres al dolor, las feligresas de la Diosa lo recuperan como una herramienta para conectarse con lo divino. Las mujeres son hijas de la Diosa pero también son ella misma, así lo dice Sandra Román, sacerdotisa de la Diosa iniciada en Glastonbury según los mitos célticos, de donde provienen buena parte de los rituales y la cosmología de la Diosa. De hecho fue en Irlanda donde se han encontrado cientos de figuras de diosas femeninas con sus vulvas expuestas. “Las mujeres tenemos el útero y ahí es donde se gesta la vida; los hombres también pueden participar del culto a la Diosa, sólo que les cuesta más entenderlo porque no viven como nosotras el ciclo vital”, agrega. “A partir de la percepción de los principios biológicos, del propio cuerpo –completa Bernardo–, hay una conciencia que se desarrolla”. ¿Entonces los hombres, por carecer de útero, por no vivir en su cuerpo el ciclo que empieza y termina cada mes, serían inferiores? De ninguna manera, sólo son diferentes. “Superior e inferior –aclara Román– son principios del patriarcado.”

Cartas del tarot Madre Paz, usado por muchas de las sacerdotizas de la Diosa a modo de oráculo.

La imágenes corresponden a distintas manifestaciones de la triple diosa.
Imágenes de sheela na gigs, diosa femenina orgullosa de su vulva, erigidas en la entrada de muchos templos medievales en Irlanda e Inglaterra.



El círculo
El mundo se representa como un círculo; el ciclo de la agricultura es circular, igual que el ciclo de la luna y el ciclo menstrual. Las que adoran a la Diosa también integran un círculo. “Creemos que hay momentos de luz y de oscuridad, pero no como luz buena y oscuridad mala. Lo oscuro se integra dentro de nosotras como la vida y la muerte. Es como la naturaleza; existen el otoño, el invierno, la primavera y el verano. La Diosa y su consorte son una pareja sagrada. Es así en toda la religión pagana –explica Adriana Gómez, sacerdotisa de la Diosa–, salvo que ella es dadora de vida. No hay dicotomía porque están todos los momentos y las figuras integradas. Creemos en una composición cíclica como el yin y el yang y ninguno puede estar sin el otro.” Como una serpiente que se come la cola, como la representación del tiempo en un reloj, de círculo se habla cuando se reúnen las mujeres a adorar a la Diosa, en círculo sehacen los rituales y ese círculo no tiene que dejar huecos porque si no la energía se escapa. Así como se sentaban los indios para sus ceremonias, los chamanes para contar sus historias y los nietos en torno del abuelo o de la abuela. Las sacerdotisas no son superiores a las iniciadas, en todo caso, sus hermanas mayores. “Ninguna es jefa –cuenta Román–; ninguna no sabe.” Lo que hay y lo que falta son parte del círculo y de la abundancia y la restricción se puede aprender. “El círculo borra las jerarquías, exige lugar para el consenso y para el disenso.” La Diosa es una y son muchas, es la Pachamama de los diaguitas argentinos, la Sirena del Paraná, la Diosa madre de los mapuches, la luz mala de los huesos y la Vieja vestida de novia que habita La Pampa. La Jaguar de los Andes y del Amazonas y también Ixchel, la diosa luna de los mayas, y Sheela na’ gir en Irlanda. La diversidad se celebra porque cada diosa tiene un atributo y hoy se puede ser una pero mañana otra, así como se es joven pero también llegará la vejez con su sabiduría.



La Triple Diosa
La Diosa es una y son tres, como los ciclos de la luna. La doncella –el cuarto creciente– “tiene la fuerza de la primavera, trabaja con la autoestima, es independiente”, dice Adriana Gómez. Esta Diosa rige la primera fase del ciclo menstrual, el que empieza cuando se va el sangrado. Es virgen no porque no tenga relaciones sexuales, sino porque celebra la libertad sexual sin quedar embarazada. La que sigue es la madre, la mujer madura, la que puede procrear, hijos o ideas, es el verano, la época de la cosecha, rige el momento de la ovulación. La tercera es la anciana, la vieja sabia, la que también celebra la sexualidad, rige el período previo a la menstruación y también la menopausia. “Es la que tiene la visión oracular, la que enseña cómo atravesar las etapas que ella ya ha vivido con sabiduría –continúa Gómez–. Es lo contrario a lo que plantea el patriarcado, que la mujer madura ya no sirve más y por eso se ponen tetas, se cortan, se sacan, se arreglan.” En la mayoría de las culturas antiguas aparece una diosa triforme, incluso Analía Bernardo la descubrió en las mamushkas rusas, esas muñecas que entran una dentro de otra: “Una de las trinidades más antiguas de la mitología rusa procede de Siberia. Es la diosa Umai y sus dos hijas que los nativos de la región identifican con los montes Altai. Un lugar donde pervive el chamanismo de origen femenino más antiguo del planeta y que las violentas prédicas cristiana, islámica y soviética atea no lograron eliminar del todo”. Hay un cuarto arquetipo, que representa la luna nueva, el invierno y el momento de la menstruación: es la diosa oscura, la de la muerte que es también la resurrección, la transformación, el pasaje de un estado a otro. Todas tienen su consorte, no como marido sino como amante, amoroso y dedicado, hermano y pareja. Pachamama tiene a Illapa; Isis tiene a Osiris –y también a su hermana gemela, Neftis, la oscura, la de las profundidades de la tierra–; Ishtar, la diosa babilónica del cielo y la tierra fértil, a Ereshkigal. Algunas, las creadoras, han parido a su consorte, como Kali a Vishnú. El goce del sexo, el orgasmo son modos de iluminar la conciencia y expandir la energía –aun cuando la actividad sexual sea en soledad– y no está atada a la reproducción. “El conocimiento de las plantas anticonceptivas como la artemisa era un saber que pasaba de una generación de mujeres a la siguiente sin intervención de los varones, aun en los primeros meses sin sangrado –explica Bernardo–, y los que participaban del chamanismo de la Madre Tierra aprendían de las mujeres chamanas a usar esas hierbas en beneficio de las mujeres. El Dios de los católicos que prohíbe a través de sus obispos y sacerdotes el acceso a la anticoncepción es, desde la perspectiva sagrada, una deidad entre muchas otras.” Y cada una puede elegir a quién rendirle culto.



La sangre
La sangre menstrual es la única que el cuerpo expulsa sin ningún acto de crueldad previa, sin más heridas que la necesaria para que el ciclo vuelva a empezar. Esta sangre es sagrada para quienes adoran a la Diosa y por eso se la ofrendan. Según las tradiciones celtas que Sandra Román rescata, el Grial no es más que el recipiente en el que se recoge y entrega la sangre de las mujeres que menstrúan. Es un período de profunda sensibilidad en el que las mujeres están más perceptivas que nunca, ideal para consultar oráculos y confiar en las visiones y la intuición, un don sobre todo femenino. “Ritualmente la tierra pide sangre y se la das, y la Madre Tierra te devuelve energía a través de la vulva”, dice Román y es por eso que antiguamente las mujeres celtas danzaban desnudas sobre los campos sembrados para fertilizarlos. Y también para recibir su energía. Para las cultoras urbanas del feminismo espiritual, esta práctica es al menos complicada. Se puede realizar sobre macetas, sobre todo sobre aquellas plantas que necesiten vitalidad. “Yo trato de transmitir la recolección del sangrado –dice Miriam Wigutov–. Trato de transmitir de una manera ecológica el fenómeno de sangrar. Las toallitas son lo más antiecológico que existe para el planeta y para nuestro cuerpo porque tienen blanqueadores que te dejan la vagina destruida. A la recolección se le puede dar varios usos. Hay uno mágico: el de las brujas. Y otro convencional: como ofrenda para regar, para las piedras de poder, para trabajar en la sanación. También recomiendo escucharse, sentarse a tomar un té con el propio útero. Allí hay un secreto que cada una puede empezar a recordar: cuál es mi tradición, cuál mi árbol genealógico. Me importa que la mayor cantidad de mujeres posible pueda conocer esta manera de pensar el ciclo femenino. Porque así estás en otra posición, más valorada, más sagrada. Y aumenta tu poder para conectarte con el mundo de lo invisible.” Analía Bernardo también propone la recolección, usando algodones que después se mojan y se exprimen en un frasco. Más tarde se entierra el contenido en alguna plaza o parque haciendo un hoyo al pie de un árbol, cubriéndolo después con tierra y hojas para no llamar la atención. Y además sugiere una invocación sencilla para “este ritual de comunión regeneradora con la Pachamama y con nosotras mismas: Esta es la sangre que promete renovación/ ésta es la sangre que promete sostén/ ésta es la sangre que promete vida”.



Las brujas
Despreciadas, temidas, quemadas en la hoguera, feas como monstruos, llenas de verrugas y volando en escobas, eso fue lo que quedó de las brujas en el imaginario colectivo. Mujeres que rinden culto a la Diosa –o las diosas– reivindican y rescatan como principales víctimas de la violencia del patriarcado. Brujas son todas las que reconocen los poderes que se suponen propios del género o al menos más desarrollados como la intuición, la sensibilidad, la capacidad de nutrir, de curar, de transitar entre el mundo de lo visible y lo invisible. Carlos Castaneda también reconoce el poder de las mujeres “para colapsar los parámetros de la percepción ordinaria, para ampliar lo perceptible”. Y el útero tiene un papel fundamental en este modo de la percepción, por eso las brujas, según Castaneda y según las feligresas de la Diosa, entrenan su vientre como un órgano de conocimiento. Como tales las brujas y sacerdotisas –que en definitiva son lo mismo– manejan las hierbas y los elementos necesarios para curar, fertilizar o consultar oráculos. La única regla a la que obedecen en los círculos de la Diosa es “haz lo que quieras pero no perjudiques a nadie”. Porque además, como la vida es un círculo, todo lo que una provoca o da vuelve. Y ninguna bruja que se precie quiere que le devuelvan maldades. “Todas las mujeres tenemos un modo particular de usar el cerebro, podemos atender el teléfono, trabajar y atender a los niños, escribir y lavar la ropa. Podemos ser madre y padre, como la Diosa Creadora. Podemos usar los dos hemisferios, pero la diferencia entre una mujer que hace todo eso y además sabe quién llama antes de atender elteléfono es que la bruja hace todo naturalmente –explica Wigutov–. El antiguo arte saca afuera tu diamante y hace que brille, de eso se trata el entrenamiento. Una bruja puede utilizar su potencial de un modo consciente y deliberado con el objetivo de ligar los dos mundos.” Hécate es una de las manifestaciones de la diosa anciana y es, a la vez, la madre de las brujas. Igual que Lilith, la otra, la condenada a la oscuridad, que rige la sensualidad, el poder de atracción. “En mi familia hay una bruja por generación –dice Adriana Gómez–, pero yo soy diferente porque ellas invocaban a la Virgen María para curar. Yo me hice hija de la Diosa. Hoy ser una bruja significa ser rebelde, como las mujeres que se opusieron al sistema desde distintos lugares. Ellas fueron las herederas de una sabiduría ancestral. Eran las otras. Por eso querían desterrarlas y matarlas. Nunca se supo cuántas mujeres murieron en la hoguera por la Inquisición, pero se estima que entre tres y nueve millones. Hoy significa hacerte cargo de tu propio poder, decir que no cuando lo tenés que hacer, defender a tus hermanas, defender la tier

Ayúdate a ti misma
El culto a la Diosa no es una religión, porque religión remite a estructuras verticales y dogmáticas. Es una práctica espiritual para algunas, es una forma del feminismo cultural para otras. Y es también una herramienta de autoayuda y ésa es su manifestación más expandida. “Trabajar con los arquetipos de las Diosas ayuda a recomponer tu mundo interno, a evitar las situaciones depredadoras. Conociendo los mitos sagrados femeninos, las mujeres pueden reconocerse y empoderarse”, dice Bernardo. Se trata simplemente de reconocer lo sagrado en el propio cuerpo, de redescubrir sus capacidades y convertirlo en un lugar de placer, “al contrario de lo que proponen las religiones tradicionales que te exigen abandonarlo, salir de él porque su goce es pecaminoso”, dice Román. “Encontrarse con la Diosa –dice Adriana– es como volver a casa.” Y en ese lugar es fácil sentirse seguras.
Marta Dillón.
Gaceta de LA VOZ DE LA ARBOLEDA DE GAIA
MARZO 2012

DEDICADO A TODAS LAS MUJERES EN EL DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER

“Celebro que SER MUJER es una BENDICIÓN”

Compartimos este texto de Myriam Wigutov, mujer sabia,
maestra y hermana que vive en Argentina,
con el deseo de expandir sus enseñanzas para
que lleguen a todas las mujeres a través
de su libro-taller “La Rueda Púrpura.
“Les contaré una pequeña historia personal muy expresiva
y que y si no fuera trágicamente real ¡seria
muy cómica!
Sucedió hace casi trece años atrás, luego del nacimiento de
mi único hijo, estábamos sentados con el neonatólogo en su
consultorio esperando que el papá de mi bebé llegara. Tenía
apenas un mes de vida el bebé, y yo el mismo escaso tiempo
de madre. Estaba en pleno arrebol del puerperio y elaboración/
escritura de mi libro/taller: "LA RUEDA PURPURA,
Taller de Conocimiento Femenino”.
Sentados, el médico tras su aséptico escritorio, el bebé en mi
regazo, tamborileábamos los dedos cuando de repente,
abruptamente, abrió la puerta una mujer con guardapolvo
blanco. Deduje que era médica por el modo desabotonado que
lucia su envestidura, nombre bordado en azul sobre el blanquísimo
bolsillo superior izquierdo del guardapolvos, y las joyas que la adornaban. Irrumpió totalmente
desencajada a grito y llanto pelado.
"¿Y justo a mí me tocó ver ésta escena?" pienso ahora… Ja! Quizás fue así para contártelo a vos!
Era evidente que la médica estaba pasando por un momento de mucha conmoción emocional/espiritual,
a la vez que intentaba ocultar, inútilmente, tanto desborde. Se lanzó a los brazos del neonatólogo
y descargó su llanto hasta que pudo decir palabras entre convulsiones y tirones de su propio cabello:
-Médica: “¡Es que ayer Anita menstruó!”
Esta médica era colega y amiga del ese neonatólogo y su hija mayor, Anita, era su paciente, me explico
el médico mas tarde. GACETA GRATUTITA DE ARBOLEDA DE GAIA -
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Myriam Wigutov y la portada de su magnífico
libro-taller “La Rueda Púrpura,
Taller de Conocimiento Femenino”
-Pediatra: “pero… ¡Te felicito!... (le dijo con fuerte tono de reproche) deberías estar contenta! Porque
te pones así?”
-Médica: “¡Porque estoy muerta de miedo y angustia, no puedo parar de llorar! ¡Ayúdame! ¡Por favor!
¿Que hago?”
-Pediatra: (con rechazo y queriendo sacársela de encima la empujó y alejó de su cuerpo) “Andá a ver
a un psicólogo!”
Se hizo un silencio muy sentido.
Recién en ese momento la médica giro hacia nosotros y registro nuestra presencia, la mía y la de mi
bebé: todo vestidito de azul. Sobreponiéndose al impacto de la despreciativa respuesta del pediatra de
"su" hija, colega y amigo, y descargando su lógica furia por no ser comprendida, tiró con mirada de
trueno:
Médica: “¡Que suerte tenes vos, tu hijo es un varón! No vas a tener que pasar por esto!”
El pediatra la invitó a salir diciéndole que luego la iría a ver, y una ves solos dijo:
-Médico: “¡Lo más grave es que ella es médica ginecóloga!”
Silencio. Enorme silencio.
Quise explicarle al neonatólogo que lo que le pasaba a su colega no tenía nada que ver con el saber
científico, sino con la vivencia subjetiva de la Femineidad Sagrada. Juro que quise decírselo!... pero estaba
petrificada y sabía que si hablaba me ganaba un enemigo.
Vamos a analizar juntas, vos y yo, ahora, la escena.
Aunque la madre era médica ginecóloga,y diría más: justamente por eso, su angustia revelaba la falta
de acompañamiento afectivo y comunitario, la total ausencia de instrucción positiva y espiritual en la experiencia
subjetiva de vivir su propia femineidad y la de su hija. La escena fue una clarísima evidencia
y prueba de que su "saber científico" no solamente no cubre las necesidades de esa madre y esa hija,
sino que además las negativiza, patologiza y destierra de la milenaria tradición de TODASLASMUJERES.
Así, cómo una sola palabra.
El médico intenta felicitar a la madre porque su hija fue tan bien criada por esa ginecóloga que se ha
hecho mujer. Él tiene ése intento meritorio, pero no los medios, los recursos, las instrucciones solo
transmitidas de mujer a mujer, que lo habiliten para hacerlo. Entonces para desembarazarse de la situación
quiere despacharla al mundo de la psicopatología, que a su vez tampoco tiene una mirada positiva,
y mucho menos sagrada, sobre la maternidad, sexualidad femenina, menarquia, menopausia, y
opera negativamente dando "malas palabras" para explicar "eso" que se siente cuando una hija menstrúa
por primera vez, cuando una mujer se embaraza o pare por primera vez.
El médico quiere felicitarla porque la madre ha cumplido tan bien su rol que ha acompañado a su niña
en todas las estaciones del alma anteriores y han logrado pasar con éxito las pruebas necesarias. Pero
la angustia de ésta mujer no le permite recibir la visión positiva que le oferta su colega, del evento
que está protagonizando su hija, porque es tanto el dolor añejado en su útero que no puede ver otra
cosa más que su propia herida.
También revela la transmisión de sufrimientos de generación a generación, madres a hijas, de abuelas
a nietas, tías a sobrinas…
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Sufrimientos llenos de silencios, de desconocimiento, de exclusiones, de desconexión con nuestra propia
fuente femenina y con la trama femenina cósmica, social, familiar, etc… silencios llenos de reproches
que volcamos hacia nuestras madres biológicas, y que la ciencia las culpa. Pero ¿como hubieran
podido nuestras madres o abuelas llenar ese vacío si
ellas mismas, y así hacia atrás, recibieron ese mismo
tratamiento negativo, desafectivizado, negativizado y
desespiritualizado!?
Al primer sangrado de una mujer lo llamo La Escena Iniciática:
“…es la escena en la que nos vemos de frente,
por primera o milésima vez, a lo Femenino Impersonal o
a La Gran Diosa. Esta escena nos conectará o desconectara
de ELLA y será un sino, una marca, una huella
imborrable que deberemos honrar (si fue positiva) y/o
sanar (si fue negativa)...”
También expresa el valor, el espacio, del vínculo madrehija.
En Nuestra cultura centrada en los valores masculinos
(cultura androcéntrica) la relación madre-hija es un
lugar lleno de silencios, miedos, culpamientos mutuos y
exclusión. Sin reconocer que esto es un grado de pandemia
a gran escala de toda la humanidad y de miles de miles de años. Escena en la que lo que se le
imprime a la jovencita no es el saber acerca de la experiencia femenina cíclica, ni de sus aspectos positivos
y sagrados, sino todo lo contrario: temor, rencor, resentimiento, culpa, desprotección y sumisión
al orden jerárquico que SUPRIME los valores femeninos originales.
Solas y culpadas por la ciencia, la familia, las instituciones, la trama social, nos enfrentamos a LA ESCENA
INICIÁTICA. Esa Escena Iniciática puede aparecer en cualquiera de los portales femeninos, la
menarquia, la sexualidad, el sangrado luna a luna, la maternidad, o la menopausia, y nos descubren
heridas dolorosas. Esos vacíos son los responsables de que las mujeres estemos en tal estado de desconexión
de nuestra verdadera naturaleza: nuestros rostros arcaicos femeniles, pre pasteurizados, anteriores
a esta cultura patriarcal, anteriores a la colonización de nuestros cuerpos-mentes-espíritus.
Todas, TODAS, buscamos por infinitos medios esa reconexión, esa reunión con ALGO que nos calme
ese dolor, que nos descuartiza, nos fragmenta. Es en los PORTALES INICIÁTICOS FEMENINOS cuando
las mujeres estamos anhelantes de recibir ALGO, ese nuevo mapa, de una vieja/nueva guía. Ese
ALGO es INSTRUCCION. Estamos sedientas de instrucciones que intuimos y necesitamos, deseosas
de que se hagan explicitas, para nosotras mismas y para las futuras generaciones. Esa nueva programación
es la Nueva Espiritualidad Femenina, la TeAlogia, la Espiritualidad de La Diosa, de la Anciana
Gran Diosa Madre, actualizada para los retos de las modernas mujeres que deseamos heredarles a
nuestras niñas/os “algo mejor”. Es el momento que esperamos para dar EL GRAN SALTO, salir de el
complejo con nuestra Madre Biológica y liberarnos para abrazar a La Gran Madre Universal.
Deseo que cada vez haya más hombres que también respeten y valoren este derecho en las mujeres
que los rodean.
Sanar esa herida es una oportunidad, para volver a tejer la larguísima cadena de transmisión positiva
que el sistema jerárquico, androcéntrico, patriarcal, ha cortado, retejiéndola nos reunirá con el vasto
océano de TODAS LAS MUJERES y de LA CREADORA DE TODO.
Arte Menstrual, pintura de Lisa Torque.
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Me hubiera gustado decirle a esa mujer, médica y ginecóloga, que ella misma tiene que sanar su propia
experiencia de lo femenino e informarse, pero no de saberes científicos solamente, volverse adulta,
resolver, completar lo que las generaciones anteriores de mujeres no han podido lograr. Me hubiera
gustado decirle a esa mujer, médica y ginecóloga que tiene que reconocer y lamerse las heridas que
le han dejado tanto tiempo de silencio, de desestima y destierro sobre algo que ella sabe que es importante
y es su esencia: su femineidad positiva. Pero eso solo no es suficiente después debe activarse,
energizarse y potenciarse para salir de la posición de víctima.
Y así cómo ella cada una de nosotras. La ginecóloga que enfrenta el portal iniciático de la menarquia
de su hija, presiente la enorme oportunidad de transmitirle a la niña lo positivo de habitar un cuerpo femenino,
pero ¿cómo podría hacerlo si su propia experiencia es tan negativa y no ha podido encontrar
el modo de resolver su propia Herida Femenina?
Esa Mamá, médica, ginecóloga, al angustiarse debiera tener la habilitada, la posibilidad de reconocer
que en tal circunstancia lo único que le transmitirá a su niña es sufrimiento, aunque intuye que podría
ser de otro modo, muy lejos allá en el fondo del inconsciente de género, quizá resuena que las cosas
en verdad han sido, originariamente, diferentes.
Esta pequeña escena revela que, así como una mujer experimenta y vive su propio ciclo menstrual/femenino,
y con ello todo lo relacionado con su experiencia subjetiva de su propia femineidad, así, tal cual,
se lo transmitirá a su hija, porque quizá es una de las pocas cosas que aún siguen heredándose por
vía materna, porque éstos saberes no son de la razón, sino del alma y esas cosas se transmiten con
los gestos, las acciones, los silencios, y los pensamientos. El inconsciente femenino nos lo transmitimos
telepáticamente.
Esta mamá, como todas nosotras, necesita guía, consejo, acompañamiento especial para un momento
especial, va a buscarlo en el médico pero se frustra y choca con la soledad y el adjetivo tácito de “neurótica”,
cuando el médico la manda a ver a un psicólogo porque está conmovida y carece de información
adecuada y de trama social que la guíe. Y porque, además, es varón.
Es que, en nuestra cultura, jerárquica, androcéntrica, patriarcal, nadie se ocupa de “ESTO”… de las
transiciones de la vida de una niña en joven mujer, de una mujer en madre, de una madre en abuela...
Nadie se ocupa de instruirnos en los nuevos valores que debemos adquirir y de los viejos valores que
debemos desechar…
La angustia de esta mujer es la de muchas, mientras nada mueva demasiado el "estatus quo", las estanterías
de la vida, los vacíos y los conflictos quedan ocultos bajo la alfombra, pero la PRIMERA LUNA
(que eso es lo que significa literalmente menarquia, palabra tan carente de poesía!) de su niña puso
sobre la mesa un monstruo que venía siendo ocultado con decoro: la relación con su propia femineidad,
con su cuerpo, con su inconsciente colectivo de género, con sus propios ciclos, menstruales, lunares,
vitales y cósmicos.
Por más ginecóloga que sea… por más que intente racionalizarlo, la relación con LA FÉMINA IMPERSONAL
es una relación de una profundidad, magnitud, envergadura y alcance a la que recién
comenzamos y nos estamos animando, unas a otras, a develar. Seguramente a ésta Mamá no le falta
información biológica, cientificista, medible, objetiva y racional; seguramente esa información es la
que le sobra pero no logra dar las respuestas adecuadas; más la que le falta es esta otra información:
la que se recoge con la piel y los oídos del corazón, la que nos susurra LA QUE SABE y vive en nuestra
pelvis, la que circula en los nuevos y tan ansiados Círculos de Mujeres, en las prácticas de yoga
durante el embarazo, en los círculos de lactancia.
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Este artículo pretende ser una compañía para la reflexión, una invitación para celebrar la maravillosa
dicha de la vida, con el intento de que nuestras niñas, las nuevas madres, las nuevas abuelas, reciban
una iniciación enriquecida.
Para todas las Mamás que están por parir, o recibir la primera luna de sus niñas, para todas las abuelas
primerizas, les sugiero que se concentren MÁS en hacer un profundo trabajo interno en si mismas,
que en preparar grandes fiestas y ceremonias exteriores que, si no van de la mano de un profundo trabajo
de auto transformación, son pura cáscara.
Las invito a que busquen instrucción autorizada y competente sobre el ciclo menstrual-vital/lunar femenino
espiritualizado. Que revisen sus propias heridas y así puedan transformar los antiguos mandatos
negativos en nuevas instrucciones positivas.
¡Celebro que SER MUJER es una BENDICIÓN!
. . .
En esta pequeña/gran escena podemos detectar varios tipos de violencia que tipifican, por suerte
-desde no hace mucho pero POR SUERTE-, las leyes: violencia física, emocional, verbal, simbólica...
Pero, señoras y señores legistas del mundo, falta tipificar una: la violencia espiritual.
Las MetaMujeres Originarias, las Ancianas Sabias de todos los pueblos aborígenes del planeta y de
la historia de la humanidad braman uniéndose en nuestro actualizado canto:
¡Ni una sola violencia más - Ni una sola mujer menos!
Día Internacional de La Mujer 2012. Vísperas de Equinoccio de Otoño del 2012.
En la Diosa!
Myriam Wigutov ©
Gracias mamakilla! (este artículo fue escrito para publicar en www.mamakilla.net)
Cómo comprar el libro de Myriam
El libro “La Rueda Púrpura, Libro-taller de Autoconocimiento Femenino” no se encuentra en ninguna
librería del mundo ni circuito comercial alguno, Myriam lo distribuye de mano en mano o lo envía por
mediante correo postal. Para encargarlo puedes escribirle a myriamwigutov@yahoo.com.ar
El pago se hace mediante la empresa Western Union a nombre de Myriam Leonor Wigutov, DNI
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Las-Mujeres-somos-Brujas
martes, 30 de junio de 2009
La palabra Bruja (Bag) proviene de la palabra egipcia Heq que significa

soberana matriarcal que conoce las palabras mágicas de poder.

Según Gyn-Ecology, un libro de Mary Dali, la palabra Bruja es la habilidad

de la mujer para describir la ciencia,

es decir el proceso de saber, en el que las mujeres eligen ser sujetos y

no meros objetos en esta búsqueda.

Es el descubrir y desarrollar las relaciones de amor y de vida dentro de nuestra especie y género.

Son muchas las leyendas y las historias que se cuentan sobre las brujas...Se las asocia muy a menudo con maldad y
con oscuridad, tal vez porque se las sabe amigas de la luna y de la noche, y lo maligno siempre se ha contrapuesto a la
luz, a lo luminoso.

Quizá solo fueron mujeres que no adoraron a más dios que la noche o la madre Tierra (quién mejor que ellas conocía
las propiedades ocultas de las plantas, regalo de la naturaleza a quien supiera entenderlo?). Y quizás ese paganismo
tuvo un precio demasiado alto para muchas...

En las sociedades primitivas, la agricultura y la recolección era terreno de las mujeres. Mientras los hombres salían a
cazar, las mujeres aprendieron, primero, a elegir, de entre los que la naturaleza les ofrecía, los alimentos aptos de los
que no lo eran. Más tarde, aprenderían que eran capaces de "dominar" este proceso de algún modo, y hacían crecer
alimentos por sí mismas. Esto requería una mayor observación de la tierra, de los fenómenos naturales, del clima, las
estaciones...un mayor contacto con su entorno (y esto lo seguimos observando en las mujeres a las que luego se llamó
brujas).

También, en muchas sociedades antiguas, ha habido cierto temor a la mujer, sobre todo por la incomprensión de algunas
de sus capacidades. La mujer engendra vida (por supuesto, tarea imposible sin un hombre) y este mecanismo por el
que un bebé nacía del cuerpo de la mujer resultó incomprensible mucho tiempo...y ya se sabe que lo desconocido suele
ser amigo del miedo.

¿Eres una Bruja?

Myriam Wigutov en su libro La Rueda Púrpura llama Bruja a nuestra capacidad, a nuestra función de desarrollar nuestra
propia ciencia, nuestros propios saberes para sanarnos a nosotras mismas (y eventualmente a: las o los demás).


Bruajs nota de Leonardo Gentile 23-10-2010

http://papelesypixeles.wordpress.com/2010/03/08/brujas-2-0/

Brujas 2.0

Lejos de hogueras y oscurantismos reaccionarios, hoy las brujas abrazan causas como la igualdad
de género y el equilibrio ambiental.
Las brujas malvadas y sedientas de poder que mostraba Disney reforzaron el arquetipo inquisidor del rostro femenino del mal. Más real y trágico, el ocultismo de personajes cómo José López Rega y Heinrich Himmler, líder de las SS nazis, consolidaron la figura del oscuro brujo racista. Hoy, en cambio, muchas “nuevas brujas” y sacerdotisas neopaganas militan en un ambientalismo activo, luchan por los derechos de género o defienden con fervor la libertad de pensamiento.
La figura de la bruja mala, demonizada, juzgada y casi exterminada durante la cacería en Europa que se prolongó sobre todo entre 1430 y 1630, empezó a cambiar hace dos siglos. Así, nuevas religiones como la wicca, ya reconocida legalmente en Estados Unidos, o el culto a la Diosa, abrevan en creencias ancestrales. Y sus cultores se presentan como herederos o continuadores de las víctimas de la represión renacentista.
“Los mitos más antiguos de creación se originan en energía femenina, hablan de un gran útero, de la Madre Tierra”, cuenta Sandra Román, una argentina que se inició en Glastonbury, Inglaterra, como “sacerdotisa de la Diosa”, según mitos célticos.
El camino que llevó a la figura de las brujas desde la hoguera al activismo actual fue complejo. El Antiguo Testamento ordena: “A la hechicera no dejarás que viva”, en Éxodo 22, 18. Con la difusión del cristianismo, la brujería se volvió la contracara de una religión erigida como única dueña de la verdad. En ella confluyeron prácticas prohibidas, aunque sólo fueran saberes tradicionales pasados de madres a hijas. Santo Tomás de Aquino postuló que ya no eran pecadoras incultas que repetían supersticiones paganas, sino “agentes activas del Diablo robando el Saber Divino”.
El antropólogo estadounidense Marvin Harris sostiene en su obra “Vacas, cerdos, brujas. Los enigmas de la cultura” que las revueltas mesiánicas que jaqueaban a Roma en la Baja Edad Media y luego la Peste Negra del siglo XIV vinieron como anillo al dedo del poder papal para activar la Inquisición que persiguió a las brujas europeas. Se trataba casi siempre de mujeres solteras, ancianas o viudas, campesinas, curanderas de aldea. Las supersticiones las acusaban de invocar los espíritus de la enfermedad y las tragedias en sus Sabaths.
En 1486, los frailes Jakob Sprenger y Heinrich Kramer editaron “El Martillo de las Brujas”, un manual para cazar brujas. La crisis de la Iglesia y la Reforma protestante harían el resto. Hasta el siglo XVIII, las brujas arderían en la hoguera.
El siglo XIX las relegó a un papel más bien folk. Aún eran las malas de los cuentos, pero ya se las veía como damas más grotescas que temibles. El romanticismo, en cambio, exacerbó su figura en el marco de recuperación de lo ancestral y lo pagano. Para Fabián Campagne, doctor en Historia de la UBA y autor de “Strix hispánica. Demonología cristiana y cultura folklórica en la España moderna” (Prometeo, 2009), desde hace casi dos siglos se viene discutiendo si hubo algún fenómeno real detrás de la caza de brujas, que los magistrados renacentistas pudieran haber confundido con una conspiración diabólica. “Algunos historiadores sostuvieron, con poca base documental, que la mayoría de aquellas brujas perseguidas eran curanderas rurales, y que la persecución fue hija del proceso de medicalización. Otros afirmaron que en la Europa del Renacimiento persistían áreas de débil cristianización, y que la represión buscaba aculturar forzosamente a la masa campesina. Y hubo una historiadora británica, Margaret Murray, que en la década de 1920 postuló que en la Europa del Renacimiento sobrevivía un antiguo culto a la fertilidad prehistórico, cuyos seguidores fueron confundidos con adoradores del Demonio por los jueces”, agrega Campagne.
La wicca es una fe creada tras la Segunda Guerra Mundial por Gerald Gardner, un jubilado inglés, amigo del ocultista Aleister Crowley. Gardner decía que era una religión matriarcal transmitida desde la prehistoria por mujeres europeas. Campagne, en cambio, niega la filiación entre la caza de brujas temprano-moderna y las brujas neopaganas del presente. “Los movimientos del tipo wicca necesitaron inventarse una tradición para otorgar a su nuevo movimiento una densidad y profundidad temporal de la que en realidad carece”, afirma.
Fire Walkirja, una practicante de la wicca en la Argentina, acepta que Gardner inventó la religión basándose en libros de magia. Sin embargo, pide que al hablar de las brujas se quite “esa pátina peyorativa que les dio el cristianismo y aún está vigente”. Fire, quien usa ese apodo para no mezclar su actividad mágica con su trabajo como diseñadora gráfica, explica que la wicca, como culto neopagano, toma divinidades y rituales propios de tiempos precristianos, basados en la fertilidad de la tierra o deidades de la naturaleza. “Son creencias etiquetadas como brujería, pero que no tienen nada que ver con el culto diabólico; es decir, con el cristianismo”, advierte.
Fire sostiene que la magia es un medio de superación personal y se distingue de las “brujas mediáticas”, como las define. Dice que la wicca prohíbe hacer magia sobre otra persona sin su permiso, así como los “amarres de amor” que se ofrecen en los avisos clasificados. Fire también es muy crítica con varios libros fundacionales de su fe (“las religiones paganas no tienen Biblia, no tienen dogma”, aclara) así como de la religión asatrú, un culto autóctono islandés que también practica, en el que hubo grupos que derivaron hacia teorías racistas.
A principios de la década del ‘90, Fire viajó a California, en pos de saberes mágicos. Allí se había desprendido una rama de la wicca: la del culto a la Diosa o la brujería feminista. Una de las pioneras de esta creencia fue Miriam Simos, una escritora estadounidense apodada Starhawk que imprimió al movimiento un activismo altermundista, no violento y ecologista.
En la Argentina, la fallecida Ethel Morgan fue pionera del culto. Para las adoradoras de la Diosa, la religión judeocristiana sería sólo un rostro más del poder patriarcal. En lugar de este modelo religioso, proponen la “tealogía” (por la diosa griega Thea, hija de la Diosa Creadora) para recuperar el “arquetipo sagrado de la mujer”, no como costilla, sino como parte activa de la fe.
Myriam Wigutov, bruja feminista, instructora de yoga y teatrista integra el Circulo Visionario de Brujas y practica la espiritualidad de la Diosa, en base a muchos de los conceptos desarrollados por Morgan: “Soy una bruja – se reconoce- porque cultivo la relación con la energía femenina sagrada. Trabajo actualizando el arquetipo de la gran diosa que transmito a otras mujeres y tejiendo relaciones de hermanad y cooperación femeniles; esto, además de ser un hecho espiritual, también es un acto político. Proponemos ser sujetos de nuestra propia ciencia: indagar lo femenino desde la mirada femenina”.
Sandra Román, quien fundó un Templo de la Diosa en Capilla del Monte, Córdoba, y se moviliza para frenar explotaciones mineras a cielo abierto, advierte que el poder patriarcal tiene que ver con la pérdida de la energía espiritual femenina: “Una Margaret Thatcher es patriarcal, pero Mahatma Gandhi es la Diosa, claramente”, dice. Y agrega que “sacando la pirotecnia de Hollywood”, la cosmovisión del culto de la Diosa tiene analogías con los na’vi de la película “Avatar”: “Los hombres son protectores y las mujeres, chamanas. Tienen un enlace espiritual muy fuerte con todos los seres vivos y con la Diosa. No sólo defienden sus creencias, sino también un equilibrio ambiental”, explica.
Para las adoradoras de la Diosa, la sangre menstrual, demonizada en el cristianismo, tiene un rol sagrado. Wigutov, junto a otra bruja feminista e investigadora de la Diosa, Analía Bernardo imparte el taller “La sangre femenina” para ayudar a “recuperar el ciclo femenino como la identidad de género más genuina, un micro ecosistema conectado a la Pachamama del cielo, la tierra y las profundidades. La menstruación es la única sangre del planeta no cruenta”, grafica Wigutov.
El vínculo entre derechos de las mujeres y espiritualidad que entreteje la visión de Wigutov le abrió las puertas a ámbitos del feminismo académico. Su taller fue dictado en dos oportunidades en el Instituto Hannah Arendt, fundado y dirigido por la líder de la Coalición Cívica Elisa Carrió.
“Así como hay feministas que trabajan en la marcha, en el sindicato o en la universidad, estamos las feministas que trabajamos en la espiritualidad, en el mundo interno de las mujeres interesadas en disolver la adicción al patriarcado”, advierte Wigutov. Lo hace porque asegura que muchas militantes de género no aceptan que haya brujas luchando por sus derechos como mujeres. Pero que las hay, las hay.

El Tabú de la Menstruación


El Tabú de la Menstruación

¿Quién no tiene una hija, sobrina o vecina a la que vemos padecer la llegada de su ciclo menstrual cómo una maldición y no tenemos forma de ayudarla?

¿Cuántas veces lo hemos padecido y vivido así y no hemos recibido ninguna respuesta que nos calme?

Cuántas veces hemos consultado profesionales de distintos sistemas médicos (alopatía, homeopatía o cualquier otro, incluso desde el psicoanálisis) y la respuesta es: “ pero no le des bolilla...” más esto no calma ni atenúa la experiencia negativa.

Cuántas veces hemos visto las publicidades televisivas que proponen livianamente “olvídate” y que sólo logran reforzar que la experiencia femenina de sangrar es, por lo menos, incómoda, sucia, problemática y lo que es peor amenazante y peligrosa para el entorno conyugal, familiar y laboral.

Dicen o incluso decimos ”¡Hoy no me des bola, estoy hormonal” Esto en el mejor de los casos en los que no aparecen dolores tan fuertes que nos voltean en la cama o expresiones más graves cómo dismenorreas, endometritis, quistes, tumores y todo tipo de materializaciones físicas que expresan la profunda herida femenina.
Es muy notorio que la medicina nombre cómo “síndrome”a todos los sucesos pre y menstruales y que, contradictoriamente, los llame normales, lo que expresa que es” normal” que una mujer antes y durante su sangrado se ponga un poco enferma.
Esto me hace pensar en el desconocimiento, el abandono social y el mandato cultural negativo que pesa sobre los procesos biológicos naturales del cuerpo y de todo el ser femenino.
He escuchado a cientos de mujeres que al llevar éste tema a sus espacios psicoterapéuticos reciben cómo respuesta que esto “les” sucede a causa de no estar cómodas con “su ser mujer”. Incluso éste discurso también se hace oír desde las terapias alternativas o New Age.
Pero, ¿cuál es el origen y la cura para ese mal-estar por ser mujer?
Al carecer de instrucción y acompañamiento emocional para toda la experiencia femenina, y en especial la de sangrar, es lógico que estemos incómodas, en conflicto y con los mandatos culturales pesando sobre nosotras.
Esto también se observa no solo con relación al sangrado regular sino a todos los portales iniciáticos femeninos: la menarca, la iniciación sexual, la maternidad y la menopausia.
Bueno, sepamos que esto sucede a causa de lo recién dicho: pesan fuertes mandatos culturales que negativizan lo que hoy llamamos “lo femenino” y que culpan a la mujer de vivirlo cómo una mujer, es decir de vivir cíclicamente.
Y dejaré para otro artículo lo que dicen las religiones sobre el fluido mensual femenino!
"Sangras porque es una maldición" es la contraparte del “Parirás con dolor".
Aunque detrás de una apariencia progresista en nuestra sociedad moderna menstruar es una interrupción en las actividades cotidianas, una irrupción molesta que, en el mejor de los casos, solo altera la comodidad y, en el peor, no nos deja mover de la cama.
Pero seguimos sin saber qué pasa y por qué.
Autor: Myriam Wigutov


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