jueves, 29 de marzo de 2012

LA GRAN DIOSA

LA GRAN DIOSA
Por MARTA DILON
PAGINA 12
suplemento LAS 12
30-6-2003


La Diosa, dicen sus cultoras, no es simplemente agregar una "a" al nombre de Dios. Es revalorar los ritos antiguos –de la Edad de Bronce y de Hierro-, que consideraban al útero como dador de toda vida y a las mujeres sacerdotisas naturales de ese principio femenino, condenadas por las religiones patriarcales. Rendirle culto a la Diosa, entonces, es una práctica cultural y también una manifestación diversa del feminismo.




En el principio no era el verbo, dicen las sacerdotisas, era el útero. El huevo cósmico de donde surge toda la vida. De las aguas primordiales emergió la Diosa Origen y parió el cielo y la tierra, la pareja sagrada, los hermanos gemelos, hombre y mujer, que también son amantes, consortes, creadores como su Madre de todo lo que cambia y lo que permanece. Los antiguos la vieron como pájaro o como serpiente, con la vulva expuesta y abierta como una puerta al útero sagrado de donde todo sale y a donde todo vuelve y se regenera. Así la concibieron en distintos rincones del mundo, “fue el centro religioso y cultural de los antepasados humanos durante el Paleolítico Superior y en las culturas agrícolas del Neolítico, del 20 mil al 3 mil antes de la era cristiana, cuando se impusieron las culturas e imperios clásicos de orientación masculina y la difusión del monoteísmo del Dios Padre (judío, cristiano o islámico)”, según consta en el Diccionario de Ciencias Sociales y Políticas de Torcuato Di Tella, Emecé editores. Estas comunidades –prehelénicas, precélticas, prehindúes, etc.- que adoraban a la Diosa no eran matriarcales ni patriarcales, eran matricias, porque todos asumían su origen en una Madre, pero ninguno estaba sobre el otro, no había más fuertes y más débiles porque las debilidades de uno eran la fortaleza de las otras. Y viceversa. Pero todo eso fue arrasado, oscurecido, violado como los hombres violan a las mujeres, como Zeus fuerza a Hera, la diosa del cielo, y a Europa, Asteria, Leda, Némesis y a otras mujeres, diosas y ninfas que habitarán el Olimpo bajo las reglas del todopoderoso Dios del Trueno. Lilith fue ignorada como primera esposa de Adán, hecha de barro igual que él, desterrada por haber querido ponerse encima de él durante el acto sexual. A Eva, la segunda, el Dios Padre la sacó de una costilla esperando obediencia. Y no, la malvada serpiente la tentó y la mujer fue expulsada del Edén, condenada a parir con dolor, heredando desde entonces a su descendencia el pecado original. La religión judeocristiana, tal como la conocemos, sería sólo una manifestación más del patriarcado, según las sacerdotisas y adoradoras de la Diosa. Una manifestación poderosísima a la luz del modo en que se ha impregnado en el imaginario colectivo. Para ellas, la serpiente, lejos de ser malvada, es una Diosa dadora de conocimiento. Las brujas, asesinadas brutalmente durante siglos, no son más que chamanas, hijas de la Diosa como todas las mujeres y los hombres aunque ellas comprenden mejor de qué se trata el ciclo de la vida, porque en su cuerpo algo renace y algo muere mes a mes. Entonces el culto a la Diosa no sería más que una vuelta al origen. Una vuelta al cuerpo, a descubrir en el cuerpo de las mujeres el secreto de lo sagrado, la generación de la vida. En definitiva, según los recientes descubrimientos de la genetista Rebecca Cahn, confirmados y ampliados por científicos de la Universidad de Stanford, el primer humano fue mujer –sólo tenía cromosomas X–, habitó en África y antecede en 80 mil años a los Homo Sapiens.



Feminismo espiritual
En un principio hubo mujeres que quisieron pensar a la Iglesia desde una perspectiva de género, o feminista, que era la palabra que se usaba en los ‘70. Así lo relata una de las principales teóricas nacionales del culto a la Diosa, Ethel Morgan. “La visión androcéntrica no respondía a las necesidades espirituales de las mujeres, por eso hubo teólogas que empezaron a investigar en la historia de las religiones y lo primero que hicieron fue revalorizar a las brujas.” Muchas se apartaron entonces del cristianismo y se entregaron de lleno a los ritos paganos que no eran otra cosa que religiones sojuzgadas por el patriarcado. “Hubo que reinventar a la Diosa, reformular las ‘leyes naturales’ que en realidad violaron a la naturaleza. Así nace la tealogía –de tea, tia o theia, La Divina, titana solar preolímpica, hija de la Diosa Creadora–, largamente definida por Morgan en el Diccionario de ciencias políticas y sociales. “Durante el siglo XX, arqueólogas e investigadoras en diferentes campos –escribe Morgan– vienen desarrollando la tealogía, respondiendo a la necesidad de la mujer de recuperar su arquetipo sagrado como parte de la identidad femenina que colabore en la superación de los estereotipos de orientación patriarcal.” Jane Ellen Harrison, Marija Gimbutas, Barbara Walker, Mónica Sjöö, entre muchas otras, son las que han aportado para conformar este movimiento reivindicado como feminismo espiritual, “que reconoce y celebra tanto los derechos de las mujeres como sus poderes sagrados y espirituales”. De lo que se trata es de recuperar una cosmología en la que poder identificarse para reconocerse también parte activa de lo sagrado y no como mera costilla, pecadora o impura, proscripta de los estudios divinos. “Si sólo contás con un arquetipo –como modelo sagrado más antiguo– de un Dios solo, vengativo, que niega todo lo demás, que modela al hombre a su imagen y semejanza pero saca a la mujer de su costilla, estás creando también un modelo económico, social y político. Y por eso también las mujeres nos sentimos una porquería durante tanto tiempo”, dice Analía Bernardo, periodista y escritora. Si la religión patriarcal sentencia al cuerpo de las mujeres al dolor, las feligresas de la Diosa lo recuperan como una herramienta para conectarse con lo divino. Las mujeres son hijas de la Diosa pero también son ella misma, así lo dice Sandra Román, sacerdotisa de la Diosa iniciada en Glastonbury según los mitos célticos, de donde provienen buena parte de los rituales y la cosmología de la Diosa. De hecho fue en Irlanda donde se han encontrado cientos de figuras de diosas femeninas con sus vulvas expuestas. “Las mujeres tenemos el útero y ahí es donde se gesta la vida; los hombres también pueden participar del culto a la Diosa, sólo que les cuesta más entenderlo porque no viven como nosotras el ciclo vital”, agrega. “A partir de la percepción de los principios biológicos, del propio cuerpo –completa Bernardo–, hay una conciencia que se desarrolla”. ¿Entonces los hombres, por carecer de útero, por no vivir en su cuerpo el ciclo que empieza y termina cada mes, serían inferiores? De ninguna manera, sólo son diferentes. “Superior e inferior –aclara Román– son principios del patriarcado.”

Cartas del tarot Madre Paz, usado por muchas de las sacerdotizas de la Diosa a modo de oráculo.

La imágenes corresponden a distintas manifestaciones de la triple diosa.
Imágenes de sheela na gigs, diosa femenina orgullosa de su vulva, erigidas en la entrada de muchos templos medievales en Irlanda e Inglaterra.



El círculo
El mundo se representa como un círculo; el ciclo de la agricultura es circular, igual que el ciclo de la luna y el ciclo menstrual. Las que adoran a la Diosa también integran un círculo. “Creemos que hay momentos de luz y de oscuridad, pero no como luz buena y oscuridad mala. Lo oscuro se integra dentro de nosotras como la vida y la muerte. Es como la naturaleza; existen el otoño, el invierno, la primavera y el verano. La Diosa y su consorte son una pareja sagrada. Es así en toda la religión pagana –explica Adriana Gómez, sacerdotisa de la Diosa–, salvo que ella es dadora de vida. No hay dicotomía porque están todos los momentos y las figuras integradas. Creemos en una composición cíclica como el yin y el yang y ninguno puede estar sin el otro.” Como una serpiente que se come la cola, como la representación del tiempo en un reloj, de círculo se habla cuando se reúnen las mujeres a adorar a la Diosa, en círculo sehacen los rituales y ese círculo no tiene que dejar huecos porque si no la energía se escapa. Así como se sentaban los indios para sus ceremonias, los chamanes para contar sus historias y los nietos en torno del abuelo o de la abuela. Las sacerdotisas no son superiores a las iniciadas, en todo caso, sus hermanas mayores. “Ninguna es jefa –cuenta Román–; ninguna no sabe.” Lo que hay y lo que falta son parte del círculo y de la abundancia y la restricción se puede aprender. “El círculo borra las jerarquías, exige lugar para el consenso y para el disenso.” La Diosa es una y son muchas, es la Pachamama de los diaguitas argentinos, la Sirena del Paraná, la Diosa madre de los mapuches, la luz mala de los huesos y la Vieja vestida de novia que habita La Pampa. La Jaguar de los Andes y del Amazonas y también Ixchel, la diosa luna de los mayas, y Sheela na’ gir en Irlanda. La diversidad se celebra porque cada diosa tiene un atributo y hoy se puede ser una pero mañana otra, así como se es joven pero también llegará la vejez con su sabiduría.



La Triple Diosa
La Diosa es una y son tres, como los ciclos de la luna. La doncella –el cuarto creciente– “tiene la fuerza de la primavera, trabaja con la autoestima, es independiente”, dice Adriana Gómez. Esta Diosa rige la primera fase del ciclo menstrual, el que empieza cuando se va el sangrado. Es virgen no porque no tenga relaciones sexuales, sino porque celebra la libertad sexual sin quedar embarazada. La que sigue es la madre, la mujer madura, la que puede procrear, hijos o ideas, es el verano, la época de la cosecha, rige el momento de la ovulación. La tercera es la anciana, la vieja sabia, la que también celebra la sexualidad, rige el período previo a la menstruación y también la menopausia. “Es la que tiene la visión oracular, la que enseña cómo atravesar las etapas que ella ya ha vivido con sabiduría –continúa Gómez–. Es lo contrario a lo que plantea el patriarcado, que la mujer madura ya no sirve más y por eso se ponen tetas, se cortan, se sacan, se arreglan.” En la mayoría de las culturas antiguas aparece una diosa triforme, incluso Analía Bernardo la descubrió en las mamushkas rusas, esas muñecas que entran una dentro de otra: “Una de las trinidades más antiguas de la mitología rusa procede de Siberia. Es la diosa Umai y sus dos hijas que los nativos de la región identifican con los montes Altai. Un lugar donde pervive el chamanismo de origen femenino más antiguo del planeta y que las violentas prédicas cristiana, islámica y soviética atea no lograron eliminar del todo”. Hay un cuarto arquetipo, que representa la luna nueva, el invierno y el momento de la menstruación: es la diosa oscura, la de la muerte que es también la resurrección, la transformación, el pasaje de un estado a otro. Todas tienen su consorte, no como marido sino como amante, amoroso y dedicado, hermano y pareja. Pachamama tiene a Illapa; Isis tiene a Osiris –y también a su hermana gemela, Neftis, la oscura, la de las profundidades de la tierra–; Ishtar, la diosa babilónica del cielo y la tierra fértil, a Ereshkigal. Algunas, las creadoras, han parido a su consorte, como Kali a Vishnú. El goce del sexo, el orgasmo son modos de iluminar la conciencia y expandir la energía –aun cuando la actividad sexual sea en soledad– y no está atada a la reproducción. “El conocimiento de las plantas anticonceptivas como la artemisa era un saber que pasaba de una generación de mujeres a la siguiente sin intervención de los varones, aun en los primeros meses sin sangrado –explica Bernardo–, y los que participaban del chamanismo de la Madre Tierra aprendían de las mujeres chamanas a usar esas hierbas en beneficio de las mujeres. El Dios de los católicos que prohíbe a través de sus obispos y sacerdotes el acceso a la anticoncepción es, desde la perspectiva sagrada, una deidad entre muchas otras.” Y cada una puede elegir a quién rendirle culto.



La sangre
La sangre menstrual es la única que el cuerpo expulsa sin ningún acto de crueldad previa, sin más heridas que la necesaria para que el ciclo vuelva a empezar. Esta sangre es sagrada para quienes adoran a la Diosa y por eso se la ofrendan. Según las tradiciones celtas que Sandra Román rescata, el Grial no es más que el recipiente en el que se recoge y entrega la sangre de las mujeres que menstrúan. Es un período de profunda sensibilidad en el que las mujeres están más perceptivas que nunca, ideal para consultar oráculos y confiar en las visiones y la intuición, un don sobre todo femenino. “Ritualmente la tierra pide sangre y se la das, y la Madre Tierra te devuelve energía a través de la vulva”, dice Román y es por eso que antiguamente las mujeres celtas danzaban desnudas sobre los campos sembrados para fertilizarlos. Y también para recibir su energía. Para las cultoras urbanas del feminismo espiritual, esta práctica es al menos complicada. Se puede realizar sobre macetas, sobre todo sobre aquellas plantas que necesiten vitalidad. “Yo trato de transmitir la recolección del sangrado –dice Miriam Wigutov–. Trato de transmitir de una manera ecológica el fenómeno de sangrar. Las toallitas son lo más antiecológico que existe para el planeta y para nuestro cuerpo porque tienen blanqueadores que te dejan la vagina destruida. A la recolección se le puede dar varios usos. Hay uno mágico: el de las brujas. Y otro convencional: como ofrenda para regar, para las piedras de poder, para trabajar en la sanación. También recomiendo escucharse, sentarse a tomar un té con el propio útero. Allí hay un secreto que cada una puede empezar a recordar: cuál es mi tradición, cuál mi árbol genealógico. Me importa que la mayor cantidad de mujeres posible pueda conocer esta manera de pensar el ciclo femenino. Porque así estás en otra posición, más valorada, más sagrada. Y aumenta tu poder para conectarte con el mundo de lo invisible.” Analía Bernardo también propone la recolección, usando algodones que después se mojan y se exprimen en un frasco. Más tarde se entierra el contenido en alguna plaza o parque haciendo un hoyo al pie de un árbol, cubriéndolo después con tierra y hojas para no llamar la atención. Y además sugiere una invocación sencilla para “este ritual de comunión regeneradora con la Pachamama y con nosotras mismas: Esta es la sangre que promete renovación/ ésta es la sangre que promete sostén/ ésta es la sangre que promete vida”.



Las brujas
Despreciadas, temidas, quemadas en la hoguera, feas como monstruos, llenas de verrugas y volando en escobas, eso fue lo que quedó de las brujas en el imaginario colectivo. Mujeres que rinden culto a la Diosa –o las diosas– reivindican y rescatan como principales víctimas de la violencia del patriarcado. Brujas son todas las que reconocen los poderes que se suponen propios del género o al menos más desarrollados como la intuición, la sensibilidad, la capacidad de nutrir, de curar, de transitar entre el mundo de lo visible y lo invisible. Carlos Castaneda también reconoce el poder de las mujeres “para colapsar los parámetros de la percepción ordinaria, para ampliar lo perceptible”. Y el útero tiene un papel fundamental en este modo de la percepción, por eso las brujas, según Castaneda y según las feligresas de la Diosa, entrenan su vientre como un órgano de conocimiento. Como tales las brujas y sacerdotisas –que en definitiva son lo mismo– manejan las hierbas y los elementos necesarios para curar, fertilizar o consultar oráculos. La única regla a la que obedecen en los círculos de la Diosa es “haz lo que quieras pero no perjudiques a nadie”. Porque además, como la vida es un círculo, todo lo que una provoca o da vuelve. Y ninguna bruja que se precie quiere que le devuelvan maldades. “Todas las mujeres tenemos un modo particular de usar el cerebro, podemos atender el teléfono, trabajar y atender a los niños, escribir y lavar la ropa. Podemos ser madre y padre, como la Diosa Creadora. Podemos usar los dos hemisferios, pero la diferencia entre una mujer que hace todo eso y además sabe quién llama antes de atender elteléfono es que la bruja hace todo naturalmente –explica Wigutov–. El antiguo arte saca afuera tu diamante y hace que brille, de eso se trata el entrenamiento. Una bruja puede utilizar su potencial de un modo consciente y deliberado con el objetivo de ligar los dos mundos.” Hécate es una de las manifestaciones de la diosa anciana y es, a la vez, la madre de las brujas. Igual que Lilith, la otra, la condenada a la oscuridad, que rige la sensualidad, el poder de atracción. “En mi familia hay una bruja por generación –dice Adriana Gómez–, pero yo soy diferente porque ellas invocaban a la Virgen María para curar. Yo me hice hija de la Diosa. Hoy ser una bruja significa ser rebelde, como las mujeres que se opusieron al sistema desde distintos lugares. Ellas fueron las herederas de una sabiduría ancestral. Eran las otras. Por eso querían desterrarlas y matarlas. Nunca se supo cuántas mujeres murieron en la hoguera por la Inquisición, pero se estima que entre tres y nueve millones. Hoy significa hacerte cargo de tu propio poder, decir que no cuando lo tenés que hacer, defender a tus hermanas, defender la tier

Ayúdate a ti misma
El culto a la Diosa no es una religión, porque religión remite a estructuras verticales y dogmáticas. Es una práctica espiritual para algunas, es una forma del feminismo cultural para otras. Y es también una herramienta de autoayuda y ésa es su manifestación más expandida. “Trabajar con los arquetipos de las Diosas ayuda a recomponer tu mundo interno, a evitar las situaciones depredadoras. Conociendo los mitos sagrados femeninos, las mujeres pueden reconocerse y empoderarse”, dice Bernardo. Se trata simplemente de reconocer lo sagrado en el propio cuerpo, de redescubrir sus capacidades y convertirlo en un lugar de placer, “al contrario de lo que proponen las religiones tradicionales que te exigen abandonarlo, salir de él porque su goce es pecaminoso”, dice Román. “Encontrarse con la Diosa –dice Adriana– es como volver a casa.” Y en ese lugar es fácil sentirse seguras.
Marta Dillón.
Gaceta de LA VOZ DE LA ARBOLEDA DE GAIA
MARZO 2012

DEDICADO A TODAS LAS MUJERES EN EL DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER

“Celebro que SER MUJER es una BENDICIÓN”

Compartimos este texto de Myriam Wigutov, mujer sabia,
maestra y hermana que vive en Argentina,
con el deseo de expandir sus enseñanzas para
que lleguen a todas las mujeres a través
de su libro-taller “La Rueda Púrpura.
“Les contaré una pequeña historia personal muy expresiva
y que y si no fuera trágicamente real ¡seria
muy cómica!
Sucedió hace casi trece años atrás, luego del nacimiento de
mi único hijo, estábamos sentados con el neonatólogo en su
consultorio esperando que el papá de mi bebé llegara. Tenía
apenas un mes de vida el bebé, y yo el mismo escaso tiempo
de madre. Estaba en pleno arrebol del puerperio y elaboración/
escritura de mi libro/taller: "LA RUEDA PURPURA,
Taller de Conocimiento Femenino”.
Sentados, el médico tras su aséptico escritorio, el bebé en mi
regazo, tamborileábamos los dedos cuando de repente,
abruptamente, abrió la puerta una mujer con guardapolvo
blanco. Deduje que era médica por el modo desabotonado que
lucia su envestidura, nombre bordado en azul sobre el blanquísimo
bolsillo superior izquierdo del guardapolvos, y las joyas que la adornaban. Irrumpió totalmente
desencajada a grito y llanto pelado.
"¿Y justo a mí me tocó ver ésta escena?" pienso ahora… Ja! Quizás fue así para contártelo a vos!
Era evidente que la médica estaba pasando por un momento de mucha conmoción emocional/espiritual,
a la vez que intentaba ocultar, inútilmente, tanto desborde. Se lanzó a los brazos del neonatólogo
y descargó su llanto hasta que pudo decir palabras entre convulsiones y tirones de su propio cabello:
-Médica: “¡Es que ayer Anita menstruó!”
Esta médica era colega y amiga del ese neonatólogo y su hija mayor, Anita, era su paciente, me explico
el médico mas tarde. GACETA GRATUTITA DE ARBOLEDA DE GAIA -
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Myriam Wigutov y la portada de su magnífico
libro-taller “La Rueda Púrpura,
Taller de Conocimiento Femenino”
-Pediatra: “pero… ¡Te felicito!... (le dijo con fuerte tono de reproche) deberías estar contenta! Porque
te pones así?”
-Médica: “¡Porque estoy muerta de miedo y angustia, no puedo parar de llorar! ¡Ayúdame! ¡Por favor!
¿Que hago?”
-Pediatra: (con rechazo y queriendo sacársela de encima la empujó y alejó de su cuerpo) “Andá a ver
a un psicólogo!”
Se hizo un silencio muy sentido.
Recién en ese momento la médica giro hacia nosotros y registro nuestra presencia, la mía y la de mi
bebé: todo vestidito de azul. Sobreponiéndose al impacto de la despreciativa respuesta del pediatra de
"su" hija, colega y amigo, y descargando su lógica furia por no ser comprendida, tiró con mirada de
trueno:
Médica: “¡Que suerte tenes vos, tu hijo es un varón! No vas a tener que pasar por esto!”
El pediatra la invitó a salir diciéndole que luego la iría a ver, y una ves solos dijo:
-Médico: “¡Lo más grave es que ella es médica ginecóloga!”
Silencio. Enorme silencio.
Quise explicarle al neonatólogo que lo que le pasaba a su colega no tenía nada que ver con el saber
científico, sino con la vivencia subjetiva de la Femineidad Sagrada. Juro que quise decírselo!... pero estaba
petrificada y sabía que si hablaba me ganaba un enemigo.
Vamos a analizar juntas, vos y yo, ahora, la escena.
Aunque la madre era médica ginecóloga,y diría más: justamente por eso, su angustia revelaba la falta
de acompañamiento afectivo y comunitario, la total ausencia de instrucción positiva y espiritual en la experiencia
subjetiva de vivir su propia femineidad y la de su hija. La escena fue una clarísima evidencia
y prueba de que su "saber científico" no solamente no cubre las necesidades de esa madre y esa hija,
sino que además las negativiza, patologiza y destierra de la milenaria tradición de TODASLASMUJERES.
Así, cómo una sola palabra.
El médico intenta felicitar a la madre porque su hija fue tan bien criada por esa ginecóloga que se ha
hecho mujer. Él tiene ése intento meritorio, pero no los medios, los recursos, las instrucciones solo
transmitidas de mujer a mujer, que lo habiliten para hacerlo. Entonces para desembarazarse de la situación
quiere despacharla al mundo de la psicopatología, que a su vez tampoco tiene una mirada positiva,
y mucho menos sagrada, sobre la maternidad, sexualidad femenina, menarquia, menopausia, y
opera negativamente dando "malas palabras" para explicar "eso" que se siente cuando una hija menstrúa
por primera vez, cuando una mujer se embaraza o pare por primera vez.
El médico quiere felicitarla porque la madre ha cumplido tan bien su rol que ha acompañado a su niña
en todas las estaciones del alma anteriores y han logrado pasar con éxito las pruebas necesarias. Pero
la angustia de ésta mujer no le permite recibir la visión positiva que le oferta su colega, del evento
que está protagonizando su hija, porque es tanto el dolor añejado en su útero que no puede ver otra
cosa más que su propia herida.
También revela la transmisión de sufrimientos de generación a generación, madres a hijas, de abuelas
a nietas, tías a sobrinas…
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Sufrimientos llenos de silencios, de desconocimiento, de exclusiones, de desconexión con nuestra propia
fuente femenina y con la trama femenina cósmica, social, familiar, etc… silencios llenos de reproches
que volcamos hacia nuestras madres biológicas, y que la ciencia las culpa. Pero ¿como hubieran
podido nuestras madres o abuelas llenar ese vacío si
ellas mismas, y así hacia atrás, recibieron ese mismo
tratamiento negativo, desafectivizado, negativizado y
desespiritualizado!?
Al primer sangrado de una mujer lo llamo La Escena Iniciática:
“…es la escena en la que nos vemos de frente,
por primera o milésima vez, a lo Femenino Impersonal o
a La Gran Diosa. Esta escena nos conectará o desconectara
de ELLA y será un sino, una marca, una huella
imborrable que deberemos honrar (si fue positiva) y/o
sanar (si fue negativa)...”
También expresa el valor, el espacio, del vínculo madrehija.
En Nuestra cultura centrada en los valores masculinos
(cultura androcéntrica) la relación madre-hija es un
lugar lleno de silencios, miedos, culpamientos mutuos y
exclusión. Sin reconocer que esto es un grado de pandemia
a gran escala de toda la humanidad y de miles de miles de años. Escena en la que lo que se le
imprime a la jovencita no es el saber acerca de la experiencia femenina cíclica, ni de sus aspectos positivos
y sagrados, sino todo lo contrario: temor, rencor, resentimiento, culpa, desprotección y sumisión
al orden jerárquico que SUPRIME los valores femeninos originales.
Solas y culpadas por la ciencia, la familia, las instituciones, la trama social, nos enfrentamos a LA ESCENA
INICIÁTICA. Esa Escena Iniciática puede aparecer en cualquiera de los portales femeninos, la
menarquia, la sexualidad, el sangrado luna a luna, la maternidad, o la menopausia, y nos descubren
heridas dolorosas. Esos vacíos son los responsables de que las mujeres estemos en tal estado de desconexión
de nuestra verdadera naturaleza: nuestros rostros arcaicos femeniles, pre pasteurizados, anteriores
a esta cultura patriarcal, anteriores a la colonización de nuestros cuerpos-mentes-espíritus.
Todas, TODAS, buscamos por infinitos medios esa reconexión, esa reunión con ALGO que nos calme
ese dolor, que nos descuartiza, nos fragmenta. Es en los PORTALES INICIÁTICOS FEMENINOS cuando
las mujeres estamos anhelantes de recibir ALGO, ese nuevo mapa, de una vieja/nueva guía. Ese
ALGO es INSTRUCCION. Estamos sedientas de instrucciones que intuimos y necesitamos, deseosas
de que se hagan explicitas, para nosotras mismas y para las futuras generaciones. Esa nueva programación
es la Nueva Espiritualidad Femenina, la TeAlogia, la Espiritualidad de La Diosa, de la Anciana
Gran Diosa Madre, actualizada para los retos de las modernas mujeres que deseamos heredarles a
nuestras niñas/os “algo mejor”. Es el momento que esperamos para dar EL GRAN SALTO, salir de el
complejo con nuestra Madre Biológica y liberarnos para abrazar a La Gran Madre Universal.
Deseo que cada vez haya más hombres que también respeten y valoren este derecho en las mujeres
que los rodean.
Sanar esa herida es una oportunidad, para volver a tejer la larguísima cadena de transmisión positiva
que el sistema jerárquico, androcéntrico, patriarcal, ha cortado, retejiéndola nos reunirá con el vasto
océano de TODAS LAS MUJERES y de LA CREADORA DE TODO.
Arte Menstrual, pintura de Lisa Torque.
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Me hubiera gustado decirle a esa mujer, médica y ginecóloga, que ella misma tiene que sanar su propia
experiencia de lo femenino e informarse, pero no de saberes científicos solamente, volverse adulta,
resolver, completar lo que las generaciones anteriores de mujeres no han podido lograr. Me hubiera
gustado decirle a esa mujer, médica y ginecóloga que tiene que reconocer y lamerse las heridas que
le han dejado tanto tiempo de silencio, de desestima y destierro sobre algo que ella sabe que es importante
y es su esencia: su femineidad positiva. Pero eso solo no es suficiente después debe activarse,
energizarse y potenciarse para salir de la posición de víctima.
Y así cómo ella cada una de nosotras. La ginecóloga que enfrenta el portal iniciático de la menarquia
de su hija, presiente la enorme oportunidad de transmitirle a la niña lo positivo de habitar un cuerpo femenino,
pero ¿cómo podría hacerlo si su propia experiencia es tan negativa y no ha podido encontrar
el modo de resolver su propia Herida Femenina?
Esa Mamá, médica, ginecóloga, al angustiarse debiera tener la habilitada, la posibilidad de reconocer
que en tal circunstancia lo único que le transmitirá a su niña es sufrimiento, aunque intuye que podría
ser de otro modo, muy lejos allá en el fondo del inconsciente de género, quizá resuena que las cosas
en verdad han sido, originariamente, diferentes.
Esta pequeña escena revela que, así como una mujer experimenta y vive su propio ciclo menstrual/femenino,
y con ello todo lo relacionado con su experiencia subjetiva de su propia femineidad, así, tal cual,
se lo transmitirá a su hija, porque quizá es una de las pocas cosas que aún siguen heredándose por
vía materna, porque éstos saberes no son de la razón, sino del alma y esas cosas se transmiten con
los gestos, las acciones, los silencios, y los pensamientos. El inconsciente femenino nos lo transmitimos
telepáticamente.
Esta mamá, como todas nosotras, necesita guía, consejo, acompañamiento especial para un momento
especial, va a buscarlo en el médico pero se frustra y choca con la soledad y el adjetivo tácito de “neurótica”,
cuando el médico la manda a ver a un psicólogo porque está conmovida y carece de información
adecuada y de trama social que la guíe. Y porque, además, es varón.
Es que, en nuestra cultura, jerárquica, androcéntrica, patriarcal, nadie se ocupa de “ESTO”… de las
transiciones de la vida de una niña en joven mujer, de una mujer en madre, de una madre en abuela...
Nadie se ocupa de instruirnos en los nuevos valores que debemos adquirir y de los viejos valores que
debemos desechar…
La angustia de esta mujer es la de muchas, mientras nada mueva demasiado el "estatus quo", las estanterías
de la vida, los vacíos y los conflictos quedan ocultos bajo la alfombra, pero la PRIMERA LUNA
(que eso es lo que significa literalmente menarquia, palabra tan carente de poesía!) de su niña puso
sobre la mesa un monstruo que venía siendo ocultado con decoro: la relación con su propia femineidad,
con su cuerpo, con su inconsciente colectivo de género, con sus propios ciclos, menstruales, lunares,
vitales y cósmicos.
Por más ginecóloga que sea… por más que intente racionalizarlo, la relación con LA FÉMINA IMPERSONAL
es una relación de una profundidad, magnitud, envergadura y alcance a la que recién
comenzamos y nos estamos animando, unas a otras, a develar. Seguramente a ésta Mamá no le falta
información biológica, cientificista, medible, objetiva y racional; seguramente esa información es la
que le sobra pero no logra dar las respuestas adecuadas; más la que le falta es esta otra información:
la que se recoge con la piel y los oídos del corazón, la que nos susurra LA QUE SABE y vive en nuestra
pelvis, la que circula en los nuevos y tan ansiados Círculos de Mujeres, en las prácticas de yoga
durante el embarazo, en los círculos de lactancia.
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Este artículo pretende ser una compañía para la reflexión, una invitación para celebrar la maravillosa
dicha de la vida, con el intento de que nuestras niñas, las nuevas madres, las nuevas abuelas, reciban
una iniciación enriquecida.
Para todas las Mamás que están por parir, o recibir la primera luna de sus niñas, para todas las abuelas
primerizas, les sugiero que se concentren MÁS en hacer un profundo trabajo interno en si mismas,
que en preparar grandes fiestas y ceremonias exteriores que, si no van de la mano de un profundo trabajo
de auto transformación, son pura cáscara.
Las invito a que busquen instrucción autorizada y competente sobre el ciclo menstrual-vital/lunar femenino
espiritualizado. Que revisen sus propias heridas y así puedan transformar los antiguos mandatos
negativos en nuevas instrucciones positivas.
¡Celebro que SER MUJER es una BENDICIÓN!
. . .
En esta pequeña/gran escena podemos detectar varios tipos de violencia que tipifican, por suerte
-desde no hace mucho pero POR SUERTE-, las leyes: violencia física, emocional, verbal, simbólica...
Pero, señoras y señores legistas del mundo, falta tipificar una: la violencia espiritual.
Las MetaMujeres Originarias, las Ancianas Sabias de todos los pueblos aborígenes del planeta y de
la historia de la humanidad braman uniéndose en nuestro actualizado canto:
¡Ni una sola violencia más - Ni una sola mujer menos!
Día Internacional de La Mujer 2012. Vísperas de Equinoccio de Otoño del 2012.
En la Diosa!
Myriam Wigutov ©
Gracias mamakilla! (este artículo fue escrito para publicar en www.mamakilla.net)
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El libro “La Rueda Púrpura, Libro-taller de Autoconocimiento Femenino” no se encuentra en ninguna
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Las-Mujeres-somos-Brujas
martes, 30 de junio de 2009
La palabra Bruja (Bag) proviene de la palabra egipcia Heq que significa

soberana matriarcal que conoce las palabras mágicas de poder.

Según Gyn-Ecology, un libro de Mary Dali, la palabra Bruja es la habilidad

de la mujer para describir la ciencia,

es decir el proceso de saber, en el que las mujeres eligen ser sujetos y

no meros objetos en esta búsqueda.

Es el descubrir y desarrollar las relaciones de amor y de vida dentro de nuestra especie y género.

Son muchas las leyendas y las historias que se cuentan sobre las brujas...Se las asocia muy a menudo con maldad y
con oscuridad, tal vez porque se las sabe amigas de la luna y de la noche, y lo maligno siempre se ha contrapuesto a la
luz, a lo luminoso.

Quizá solo fueron mujeres que no adoraron a más dios que la noche o la madre Tierra (quién mejor que ellas conocía
las propiedades ocultas de las plantas, regalo de la naturaleza a quien supiera entenderlo?). Y quizás ese paganismo
tuvo un precio demasiado alto para muchas...

En las sociedades primitivas, la agricultura y la recolección era terreno de las mujeres. Mientras los hombres salían a
cazar, las mujeres aprendieron, primero, a elegir, de entre los que la naturaleza les ofrecía, los alimentos aptos de los
que no lo eran. Más tarde, aprenderían que eran capaces de "dominar" este proceso de algún modo, y hacían crecer
alimentos por sí mismas. Esto requería una mayor observación de la tierra, de los fenómenos naturales, del clima, las
estaciones...un mayor contacto con su entorno (y esto lo seguimos observando en las mujeres a las que luego se llamó
brujas).

También, en muchas sociedades antiguas, ha habido cierto temor a la mujer, sobre todo por la incomprensión de algunas
de sus capacidades. La mujer engendra vida (por supuesto, tarea imposible sin un hombre) y este mecanismo por el
que un bebé nacía del cuerpo de la mujer resultó incomprensible mucho tiempo...y ya se sabe que lo desconocido suele
ser amigo del miedo.

¿Eres una Bruja?

Myriam Wigutov en su libro La Rueda Púrpura llama Bruja a nuestra capacidad, a nuestra función de desarrollar nuestra
propia ciencia, nuestros propios saberes para sanarnos a nosotras mismas (y eventualmente a: las o los demás).


Bruajs nota de Leonardo Gentile 23-10-2010

http://papelesypixeles.wordpress.com/2010/03/08/brujas-2-0/

Brujas 2.0

Lejos de hogueras y oscurantismos reaccionarios, hoy las brujas abrazan causas como la igualdad
de género y el equilibrio ambiental.
Las brujas malvadas y sedientas de poder que mostraba Disney reforzaron el arquetipo inquisidor del rostro femenino del mal. Más real y trágico, el ocultismo de personajes cómo José López Rega y Heinrich Himmler, líder de las SS nazis, consolidaron la figura del oscuro brujo racista. Hoy, en cambio, muchas “nuevas brujas” y sacerdotisas neopaganas militan en un ambientalismo activo, luchan por los derechos de género o defienden con fervor la libertad de pensamiento.
La figura de la bruja mala, demonizada, juzgada y casi exterminada durante la cacería en Europa que se prolongó sobre todo entre 1430 y 1630, empezó a cambiar hace dos siglos. Así, nuevas religiones como la wicca, ya reconocida legalmente en Estados Unidos, o el culto a la Diosa, abrevan en creencias ancestrales. Y sus cultores se presentan como herederos o continuadores de las víctimas de la represión renacentista.
“Los mitos más antiguos de creación se originan en energía femenina, hablan de un gran útero, de la Madre Tierra”, cuenta Sandra Román, una argentina que se inició en Glastonbury, Inglaterra, como “sacerdotisa de la Diosa”, según mitos célticos.
El camino que llevó a la figura de las brujas desde la hoguera al activismo actual fue complejo. El Antiguo Testamento ordena: “A la hechicera no dejarás que viva”, en Éxodo 22, 18. Con la difusión del cristianismo, la brujería se volvió la contracara de una religión erigida como única dueña de la verdad. En ella confluyeron prácticas prohibidas, aunque sólo fueran saberes tradicionales pasados de madres a hijas. Santo Tomás de Aquino postuló que ya no eran pecadoras incultas que repetían supersticiones paganas, sino “agentes activas del Diablo robando el Saber Divino”.
El antropólogo estadounidense Marvin Harris sostiene en su obra “Vacas, cerdos, brujas. Los enigmas de la cultura” que las revueltas mesiánicas que jaqueaban a Roma en la Baja Edad Media y luego la Peste Negra del siglo XIV vinieron como anillo al dedo del poder papal para activar la Inquisición que persiguió a las brujas europeas. Se trataba casi siempre de mujeres solteras, ancianas o viudas, campesinas, curanderas de aldea. Las supersticiones las acusaban de invocar los espíritus de la enfermedad y las tragedias en sus Sabaths.
En 1486, los frailes Jakob Sprenger y Heinrich Kramer editaron “El Martillo de las Brujas”, un manual para cazar brujas. La crisis de la Iglesia y la Reforma protestante harían el resto. Hasta el siglo XVIII, las brujas arderían en la hoguera.
El siglo XIX las relegó a un papel más bien folk. Aún eran las malas de los cuentos, pero ya se las veía como damas más grotescas que temibles. El romanticismo, en cambio, exacerbó su figura en el marco de recuperación de lo ancestral y lo pagano. Para Fabián Campagne, doctor en Historia de la UBA y autor de “Strix hispánica. Demonología cristiana y cultura folklórica en la España moderna” (Prometeo, 2009), desde hace casi dos siglos se viene discutiendo si hubo algún fenómeno real detrás de la caza de brujas, que los magistrados renacentistas pudieran haber confundido con una conspiración diabólica. “Algunos historiadores sostuvieron, con poca base documental, que la mayoría de aquellas brujas perseguidas eran curanderas rurales, y que la persecución fue hija del proceso de medicalización. Otros afirmaron que en la Europa del Renacimiento persistían áreas de débil cristianización, y que la represión buscaba aculturar forzosamente a la masa campesina. Y hubo una historiadora británica, Margaret Murray, que en la década de 1920 postuló que en la Europa del Renacimiento sobrevivía un antiguo culto a la fertilidad prehistórico, cuyos seguidores fueron confundidos con adoradores del Demonio por los jueces”, agrega Campagne.
La wicca es una fe creada tras la Segunda Guerra Mundial por Gerald Gardner, un jubilado inglés, amigo del ocultista Aleister Crowley. Gardner decía que era una religión matriarcal transmitida desde la prehistoria por mujeres europeas. Campagne, en cambio, niega la filiación entre la caza de brujas temprano-moderna y las brujas neopaganas del presente. “Los movimientos del tipo wicca necesitaron inventarse una tradición para otorgar a su nuevo movimiento una densidad y profundidad temporal de la que en realidad carece”, afirma.
Fire Walkirja, una practicante de la wicca en la Argentina, acepta que Gardner inventó la religión basándose en libros de magia. Sin embargo, pide que al hablar de las brujas se quite “esa pátina peyorativa que les dio el cristianismo y aún está vigente”. Fire, quien usa ese apodo para no mezclar su actividad mágica con su trabajo como diseñadora gráfica, explica que la wicca, como culto neopagano, toma divinidades y rituales propios de tiempos precristianos, basados en la fertilidad de la tierra o deidades de la naturaleza. “Son creencias etiquetadas como brujería, pero que no tienen nada que ver con el culto diabólico; es decir, con el cristianismo”, advierte.
Fire sostiene que la magia es un medio de superación personal y se distingue de las “brujas mediáticas”, como las define. Dice que la wicca prohíbe hacer magia sobre otra persona sin su permiso, así como los “amarres de amor” que se ofrecen en los avisos clasificados. Fire también es muy crítica con varios libros fundacionales de su fe (“las religiones paganas no tienen Biblia, no tienen dogma”, aclara) así como de la religión asatrú, un culto autóctono islandés que también practica, en el que hubo grupos que derivaron hacia teorías racistas.
A principios de la década del ‘90, Fire viajó a California, en pos de saberes mágicos. Allí se había desprendido una rama de la wicca: la del culto a la Diosa o la brujería feminista. Una de las pioneras de esta creencia fue Miriam Simos, una escritora estadounidense apodada Starhawk que imprimió al movimiento un activismo altermundista, no violento y ecologista.
En la Argentina, la fallecida Ethel Morgan fue pionera del culto. Para las adoradoras de la Diosa, la religión judeocristiana sería sólo un rostro más del poder patriarcal. En lugar de este modelo religioso, proponen la “tealogía” (por la diosa griega Thea, hija de la Diosa Creadora) para recuperar el “arquetipo sagrado de la mujer”, no como costilla, sino como parte activa de la fe.
Myriam Wigutov, bruja feminista, instructora de yoga y teatrista integra el Circulo Visionario de Brujas y practica la espiritualidad de la Diosa, en base a muchos de los conceptos desarrollados por Morgan: “Soy una bruja – se reconoce- porque cultivo la relación con la energía femenina sagrada. Trabajo actualizando el arquetipo de la gran diosa que transmito a otras mujeres y tejiendo relaciones de hermanad y cooperación femeniles; esto, además de ser un hecho espiritual, también es un acto político. Proponemos ser sujetos de nuestra propia ciencia: indagar lo femenino desde la mirada femenina”.
Sandra Román, quien fundó un Templo de la Diosa en Capilla del Monte, Córdoba, y se moviliza para frenar explotaciones mineras a cielo abierto, advierte que el poder patriarcal tiene que ver con la pérdida de la energía espiritual femenina: “Una Margaret Thatcher es patriarcal, pero Mahatma Gandhi es la Diosa, claramente”, dice. Y agrega que “sacando la pirotecnia de Hollywood”, la cosmovisión del culto de la Diosa tiene analogías con los na’vi de la película “Avatar”: “Los hombres son protectores y las mujeres, chamanas. Tienen un enlace espiritual muy fuerte con todos los seres vivos y con la Diosa. No sólo defienden sus creencias, sino también un equilibrio ambiental”, explica.
Para las adoradoras de la Diosa, la sangre menstrual, demonizada en el cristianismo, tiene un rol sagrado. Wigutov, junto a otra bruja feminista e investigadora de la Diosa, Analía Bernardo imparte el taller “La sangre femenina” para ayudar a “recuperar el ciclo femenino como la identidad de género más genuina, un micro ecosistema conectado a la Pachamama del cielo, la tierra y las profundidades. La menstruación es la única sangre del planeta no cruenta”, grafica Wigutov.
El vínculo entre derechos de las mujeres y espiritualidad que entreteje la visión de Wigutov le abrió las puertas a ámbitos del feminismo académico. Su taller fue dictado en dos oportunidades en el Instituto Hannah Arendt, fundado y dirigido por la líder de la Coalición Cívica Elisa Carrió.
“Así como hay feministas que trabajan en la marcha, en el sindicato o en la universidad, estamos las feministas que trabajamos en la espiritualidad, en el mundo interno de las mujeres interesadas en disolver la adicción al patriarcado”, advierte Wigutov. Lo hace porque asegura que muchas militantes de género no aceptan que haya brujas luchando por sus derechos como mujeres. Pero que las hay, las hay.

El Tabú de la Menstruación


El Tabú de la Menstruación

¿Quién no tiene una hija, sobrina o vecina a la que vemos padecer la llegada de su ciclo menstrual cómo una maldición y no tenemos forma de ayudarla?

¿Cuántas veces lo hemos padecido y vivido así y no hemos recibido ninguna respuesta que nos calme?

Cuántas veces hemos consultado profesionales de distintos sistemas médicos (alopatía, homeopatía o cualquier otro, incluso desde el psicoanálisis) y la respuesta es: “ pero no le des bolilla...” más esto no calma ni atenúa la experiencia negativa.

Cuántas veces hemos visto las publicidades televisivas que proponen livianamente “olvídate” y que sólo logran reforzar que la experiencia femenina de sangrar es, por lo menos, incómoda, sucia, problemática y lo que es peor amenazante y peligrosa para el entorno conyugal, familiar y laboral.

Dicen o incluso decimos ”¡Hoy no me des bola, estoy hormonal” Esto en el mejor de los casos en los que no aparecen dolores tan fuertes que nos voltean en la cama o expresiones más graves cómo dismenorreas, endometritis, quistes, tumores y todo tipo de materializaciones físicas que expresan la profunda herida femenina.
Es muy notorio que la medicina nombre cómo “síndrome”a todos los sucesos pre y menstruales y que, contradictoriamente, los llame normales, lo que expresa que es” normal” que una mujer antes y durante su sangrado se ponga un poco enferma.
Esto me hace pensar en el desconocimiento, el abandono social y el mandato cultural negativo que pesa sobre los procesos biológicos naturales del cuerpo y de todo el ser femenino.
He escuchado a cientos de mujeres que al llevar éste tema a sus espacios psicoterapéuticos reciben cómo respuesta que esto “les” sucede a causa de no estar cómodas con “su ser mujer”. Incluso éste discurso también se hace oír desde las terapias alternativas o New Age.
Pero, ¿cuál es el origen y la cura para ese mal-estar por ser mujer?
Al carecer de instrucción y acompañamiento emocional para toda la experiencia femenina, y en especial la de sangrar, es lógico que estemos incómodas, en conflicto y con los mandatos culturales pesando sobre nosotras.
Esto también se observa no solo con relación al sangrado regular sino a todos los portales iniciáticos femeninos: la menarca, la iniciación sexual, la maternidad y la menopausia.
Bueno, sepamos que esto sucede a causa de lo recién dicho: pesan fuertes mandatos culturales que negativizan lo que hoy llamamos “lo femenino” y que culpan a la mujer de vivirlo cómo una mujer, es decir de vivir cíclicamente.
Y dejaré para otro artículo lo que dicen las religiones sobre el fluido mensual femenino!
"Sangras porque es una maldición" es la contraparte del “Parirás con dolor".
Aunque detrás de una apariencia progresista en nuestra sociedad moderna menstruar es una interrupción en las actividades cotidianas, una irrupción molesta que, en el mejor de los casos, solo altera la comodidad y, en el peor, no nos deja mover de la cama.
Pero seguimos sin saber qué pasa y por qué.
Autor: Myriam Wigutov


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De Las Mujeres del Patriarcado a las Mujeres Transformadoras entrevista de CLAUDIA LAMATA http://www.wadjet.com.ar/

De las Mujeres del Patriarcado a las Mujeres Transformadoras


Myriam Wigutov
Teatrista, Docente de Técnicas Corporales
Instructora de Yoga y Bruja – Sacerdotisa de la Dios
a
myriamwigutov@hotmail.com

laruedapurpura@hotmail.com
www.laruedapurpura.com.ar

Entrevista realizada por Claudia Lamata
C /Myriam son muchos los temas que surgen de este nuevo encuentro y todos interesantes e inquietantes. Pero me gustaría que abordemos uno en especial y lo voy a denominar como La Mujer del Patriarcado.
Es muy cierto que todas somos resultado o producto del patriarcado, pero existe un tipo de mujer que está demasiado insertada y muy ciega, muy estructurada y rígida.
La veo mucho en el interior del país, en las provincias, en las clases altas pertenecientes a familias tradicionales y antiguas, pero también en las más bajas. Por supuesto que en la capital también se ve y mucho pero en el interior quizás se haga más evidente como en las familias feudales, que así los son. Esas mujeres no admiten ni se acercan a ningún tipo de cambio aunque la información no les falte.
Pienso que ellas pueden llegar a convertirse en algo muy negativo para si mismas como para la evolución de la mujer en general. Sinceramente me gustaría saber como podríamos llegar a ellas, tratarlas, ayudarlas a comprender e incorporarlas en una nueva línea de pensamiento.
M/ La Biblia dice que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios. Yo diría todo lo contrario: que los Dioses están hechos a imagen y semejanza de los hombres y la cultura que han desarrollado.
Venimos de una tradición de entre seis mil y diez mil años donde el centro del imaginario religioso es un Dios Padre masculino, dominador, dador o privador de premios y castigos. Es más bien un general de un ejército iracundo, destructor y conquistador, exitoso. Este es el “cielo” de una comunidad que ha proyectado en él un ideal, valores a seguir.
Las mujeres no estamos fuera de esa cosmogonía jerárquica, dominadora cuyo objetivo es nutrir comunidades o sociedades que tienen como centro el ideal del guerrero conquistador y el de una mujer cuya sexualidad y capacidad reproductiva es controlada, todas hemos nacido sujetas a ese orden. Ya sea el guerrero que va a la guerra de Irak o el que trabaja en la bolsa de valores, es lo mismo.
Las mujeres tenemos una posición de dominación y el mandato de ser donantes, dentro de esa pirámide comunitaria en el que el juego dominador-dominado es “el orden “, pirámide a la que debemos entregar nuestro trabajo, nuestros hijas/os-soldados para que el sistema las/los devore y se renueve en su locura.
En este contexto algunas mujeres se han convertido, inconscientemente, en las mejores defensoras y soldados del sistema dominador-dominado. El sistema ha ganado la batalla en nuestras mentes realmente, al privarnos de una cosmogonía en donde lo femenino tenga lugar y sea equivalente a lo masculino. Cómo dirían los adolescentes: nos comieron la cabeza!
Al poner cómo superior la energía masculina en la cosmogonía judeo-cristiana-islámica, incluyo al budismo: el iluminado es un varón, el jefe es un varón. La idea de Divinidad está circunscripta a este guerrero solar, a este mito, del conquistador, del macho colonizador, donde la imagen de lo femenino (lo conquistado, lo colonizado) está subordinada ,sujeta a … y vista y dicha desde el macho-guerrero-exitoso.
Este mito aparentemente inocente, lejano (aunque si haces un poco de zaping, o recorremos los nuevos videojuegos, te darás cuenta que esta completamente vigente) precipita hacia nuestras vidas concretas, las construye, porque la cosmogonía (la organización del cosmos) que circula en los formadores de opinión y creadores de ficción, se imprime en nuestros cuerpos, en nuestras mentes, en nuestras almas. Escribe el discurso y el devenir de nuestras vidas. La aventura de las heroínas/héroes es conquistar, dominar, colonizar…etc.
Estas mujeres soldados del patriarcado nutrimos, vertimos nuestra energía, nuestro aliento al sistema. Me hace acordar a los personajes de García Lorca, a esas mujeres, secas, áridas que hacen una auto mutilación de su propias energías más acuosas, se secan a si mismas para donar su fertilidad a este sistema destructivo. Y lo único que puede producir tal sistema social son mujeres rencorosas, resentidas que, imposibilitadas de generar algún cambio, se odian a si mismas, a los demás, y sobre todo que odian a otras mujeres, cómo proyección de si mismas.
El conflicto es éste: otra mujer puede ser una potencial competidora ante los ojos de algún “hombre superior”, sobre todo el padre, proyectado en jefes, incluso en jefas, es la función lo que importa.
Esta es una relación completamente tóxica que tarde o temprano se nos hace insostenible. Hasta que despertamos, algo o alguien nos tira una piedrita y se nos resquebraja todo ése lodo obsoleto, comenzamos a buscar, a husmear en nuestras profundidades, a buscar rastros mas originales, a descubrir huellas …a recordar un origen lejano… muy, muy lejano…a sentir la hermandad con otras mujeres
C/ Exacto, a eso apuntaba la pregunta.
M/ Entonces, lo que se ha generado en este sistema androcrático (el gobierno de lo masculino), entre las mujeres son relaciones de odio, competencia, desconocimiento, rivalidad, desautorización, descrédito. Son relaciones organizadas por la mirada, que proyectamos en un hombre potencial conquistador, novio, jefe, hijo… es ” cómo ” un DIOS PADRE. En especial esa relación la sentimos con nuestra propia madre biológica. La relación entre mujeres es una relación INTERVENIDA por el patriarcado.
C/ Destruyó la relación entre mujeres,
M/ Sobre todo, reitero, intervino en la relación con la madre biológica propia, la destruyó, disolvió, transformó, la desfiguró, hasta que la desterró. Entonces cuando vos me preguntas como trabajar con estas mujeres pienso en no evangelizarlas, sino en seguir con nuestro propio trabajo, asentarnos, afirmarnos, no callar. No panfletear.
Es la mujer pasteurizada, anestesiada, drogada, hipnotizada por el temor a ser destruidas por un hombre al que envistió de jerarquía la cultura y ella misma, por el padre, el novio, el marido, el amante, el jefe, el hijo…
Todos estos hombres humanos que re- presentan la idea del Dios Padre, de un padre castigador o protector: castigador si no te portas como te tenéis que portar y protector si te portas cómo te tenéis que portar; que promete: serás mi hijita adorada, mi esposa alabada, mi madre querida y te pagaré tu educación y tu alimento, tu esclavitud como esposa o tu dependencia como madre inválida. Yo te voy a bancar dice este Dios Paternalista. Entonces por no perder esa ilusión que nos incluye en la jerarquía patriarcal es que la mujer pasteurizada, anestesiada, hipnotizada, acepta el pacto tácito a cambio de olvidar su propio poder y el poder que nos confiere la correcta relación, la honorable relación con TODAS LAS MUJERES.
Este contrato con el DIOS PADRE exige la renuncia a la genealogía femenina, que tiene como punto de origen a la Mujer Alfa, la Protomadre, la Pachamama, exige la renuncia a los ciclos femeninos que son , en principio, los de nuestros cuerpos, análogos a los de la tierra, a los del cielo, a los del Universo todo.
En términos más psicoanalíticos: la renuncia al amor de la madre para inscribirse en la Ley del Padre. (L. Irigaray)
Valorar los ciclos femeninos, los ciclos de la tierra y de los cielos, los ciclos de nuestros mundos interiores, es una metodología para hacer otro contrato (salir del pacto mafioso) entre mujeres y sobre todo entre las mujeres que habitan nuestros mundos internos.
Todas nosotras tenemos conflictos severos con nuestra madre biológica, y esto no es casual, porque el patriarcado ha intervenido violentamente en la relación madre e hija para que lo femenino no sea transmitido tendenciosamente, cómo negativo y cargado de imágenes distorsionadas. La rivalidad entre madres e hijas existe, mas consciente o inconscientemente, por algún padre, por un jefe, por el marido, por un hermano, por un yerno, un hijo.
Entonces frente a la pregunta “Cómo ayudar a las mujeres a comprender e incorporarlas en un cambio? ” yo opino que la energía femenina no es dominadora, no evangeliza, mas bien atrae… y si es que es verdad que Todas Somos Una mi cambio afectará a Todas!
C/ Coincido con lo que decís, y ahora te pregunto ¿cómo trabajar con esto?
M/ No tengo recetas. Una paradoja de tal alcance merece un sorprendido “Ohhhh!!!!!!!!!”, una inhalación profunda y autoafirmarme en mi propia Sanación, en la Sanación de mis ritmos cíclicos, Sanación de la relación con mi propia madre biológica, con mi propia tierra, con mis propias amigas, con mis propias hermanas, y ver si puedo, si es que es posible, tejer, retejer la trama de una red que, asumámoslo, está rota!
No quiero convencer a ninguna mujer de que sea distinta de cómo es, que piense distinto a cómo piensa, de que piense cómo yo, pero si es que es verdad que todas somos una, el trabajo sobre mi misma repicará por impregnancia en las y los demás y en aquellas que estén dispuestas a abrir las rendijas de su propio secreto un pilín así…! y se producirá alguna transformación….
Transformar miles de años en una, dos o tres generaciones es un profundo trabajo, al que algunas entrarán más dispuestas que otras. Y es correcto que así sea, no encuentro error en ello.
El movimiento feminista se ha institucionalizado, ha tomado la formulación jerárquica de la política patriarcal, la ha adoptado y reclama “igualdad”, cuando en verdad creo que las mujeres somos diferentes a los hombres. Los aparatos políticos de los movimientos femeninos reproducen, son iguales a los de los partidos políticos guiados por hombres, porque siendo hijas de este sistema tenemos internalizado ése formato de poder. Por eso el feminismo tiene tan mala prensa porque es jerárquico dogmático, verticalistas igual que el patriarcado, hemos reproducido el mismo modelo, no hemos podido salir del esquema donde hay un superior y un inferior, uno que gana y otro que pierde, de la estructura piramidal Taperwere. Esto está en el concepto de Poder. Está en nuestro inconsciente colectivo de género y social. Es allí donde se producirá el próximo cambio, pero no en las otras, sino en cada una de nosotras, para que luego esto se expanda y expanda desde lo microcósmico hacia hacia lo macrocósmico y así hacia las relaciones comunitarios. Cómo voy a pretender cambiar la comunidad si yo internamente no he cambiado?
Hay militantes feministas que son golpeadas por sus maridos, no es que me parezca mal que sean feministas, al contrario, lo que me parece un nuevo desafío es que junto con el reclamo social asumamos un cambio íntimo, personal que acompañe el cambio allí afuera. Cómo movimiento no va a ser del todo sano hasta que en la estructura de la militancia feminista deje de aparecer el rencor, el temor y el odio a lo masculino, desconocimiento, rencor el plagio, entre las mismas mujeres feministas. Competencia entre mujeres por un poder real o imaginario que puede estar habitado por una mujer con genitales femeninos en su pelvis (cómo por ejemplo por una Presidenta de la Nación) pero con un poder masculino en sus formulaciones y métodos, un poder sobre otros, no un poder junto con los otros. Cambiar el ADN del poder será el resultado y lo visiono así, será el resultado de cambiar el ADN del Poder dentro de nuestras propias mentes. Es una cuestión de transformaciones de principios no de cambio de figuritas.
Lo que es afuera es adentro. No va a pasar allí afuera lo que no pase aquí adentro: dentro de nuestras propias mentes, de nuestros propios corazones y nuestras propias almas.
UN POCO DE HISTORIA
El movimiento feminista emerge a finales del S XIX cuando las mujeres logran el voto. Esta es la PRIMERA OLA FEMINISTA, la primera conquista grande e importantísima del feminismo, hoy no estaríamos aquí sentadas hablando sobre esto si aquello no hubiera sucedido. Se estructura el pensamiento feminista a partir de ese hito, ” el logro del voto”.
C/ Un salto.
M/ Un salto cuántico que nos colocó como trabajadoras y como votantes o sea nos instaló en el discurso civil y jurídico en una posición opuesta a la que teníamos en todo el siglo XVIII. Podríamos decir que ese fue el salto cuántico de nuestras bisabuelas y abuelas. Nuestras madres en la SEGUNDA OLA DEL FEMINISMO a fines de los ’60 junto con el reconocimiento de la diferencia de los géneros se ha trabajado por la recuperación de la sexualidad femenina cómo diferente de la masculina. Fue un logro y una trampa al mismo tiempo, pero vamos a decir que fue otro punto de giro en la historia feminista.
C/ ¿Por qué decís trampa?
M/ Fue trampa porque igualó la sexualidad femenina a la masculina cosa que es una chasco, entonces las mujeres caímos en la trampa de buscar nuestras acabadas como los hombres buscan su eyaculación. O sea eras mas sana, mas piola cuanto más cogías pero no cuando cogías mejor. Eso fue un enmascaramiento del abuso de la sexualidad masculina sobre la femenina, entonces en los años 60, 70 la que no tenía sexo con todos sus amigos era una estúpida y en verdad ser progresista y políticamente correcta pasaba por un olvido de la propia sensibilidad, ofrendando el cuerpo como objeto.
Cosa que después se nos volvió en contra como masa crítica, como grupo humano las heridas femeninas en la sexualidad. Barry Long es un maestro tántrico americano, lo dice de una manera muy interesante: en los años setenta pareció haber un avance pero en verdad no lo fue, la mujer salió de su útero para vivir en su vulva.
Fue una genitalidad muy exterior olvidándonos de la intimidad, la interiorización, del abrazo, de la necesidad de amor y de las energías mas íntimas volcadas siempre al hombre, una vez mas y no hacia si mismas.
En esta tercera ola del feminismo en la que vos y yo estamos inscriptas, que comienza en los años ochenta, noventa, en Europa y USA, comenzamos a preguntarnos por los rostros más internos y arcaicos, por un decir de lo femenino por lo femenino. Empezamos a preguntarnos, ya no a accionar en lo político, en lo social, en lo doméstico, en la pareja, sino a preguntarnos: ¿quien soy yo, si no soy esta que dice la cultura que debo ser?, una pregunta honda, íntima, secreta, menos exterior, más interior.¿qué modelos tengo que me siento tan vacía, porque estos modelos no me expresan, no me representan y ahí caemos en cuenta que las deidades, las mitologías judeo-cristianas, islámicas -budistas nos dan una imagen masculina que no nos satisface. Que nos excluyen de una espiritualidad, que nosotras sentimos enormemente viva, pero que no tiene lugar en las estructuras clericales.
Y es así cómo nacen, en estos años noventa, todos los movimientos de feminismo espiritual o espiritualidad feminista, o dentro del cristianismo hay cristianas feministas que siguen militando dentro del cristianismo o que se han salido para militar sin dejar de ser cristianas y cuestionar al cristianismo Y dentro del judaísmo, del budismo, del islamismo también.
C/ También dentro del judaísmo,
M/ Mucho y dentro del Islam, también. Hay feminismo del Islam. Mismo dentro del budismo hay una monja que le está pidiendo al Dalai Lama más participación y ha logrado hacer un monasterio solo de monjas lamaístas. Hoy leí que Dalai Lama declaró que su sucesor podía ser una mujer. Es un movimiento en todas las religiones y que pone en cuestión, cuestiona las religiones patriarcales en su núcleo. Dentro del judaísmo acá en la Argentina ya hay tres Rabinas, mujeres jóvenes, y dentro del judaísmo reformista que discute que cuestiona lo tradicional hay un movimiento de mujeres, sobre todo en USA, de volver a traer a la imagen de la Shekina (que es la diosa de los judíos, así como Magdalena o la Virgen Maria es el receptáculo de deidad femenina en el cristianismo, en el judaísmo es la Shekina y todas las matriarcas del judaísmo). Volver a discutir el rol de la mujer, dentro del cristianismo, del judaísmo, de las estructuras clericales, reclamar el sacerdocio femenino, pone en duda y exige reflexionar sobre el género de la deidad.
Esta tercer ola del feminismo, llamado Feminismo Espiritual, a su vez se correlata con un feminismo social y político que reclama una equidad de derechos a nivel legislativo y no deja de tener un discurso ecologista que busca una revalorización del planeta tierra como ser. Todo esto forma parte de este movimiento que surge como resultado de los dos anteriores.
Vos fijate que cada vez va en mayor profundidad hacia dentro. Y en esta tercera ola donde ha logrado el rango de filosofía, donde hay filósofas feministas que se reúnen para pensar sobre el feminismo y emitir un discurso de lo femenino sobre lo femenino, tratando de hacer una revisión. Donde existe una revisión del psicoanálisis desde la visión del feminismo, donde hay una reformulación de las leyes desde el feminismo y la equidad de género a nivel mundial.
C/ El psicoanálisis es bien patriarcal.
M/ Y sí…pero es mas cool decir que es “falocéntrico”, jajajaja!… y en este momento hay una revisión del psicoanálisis desde todo el aporte filosófico ético que ha hecho el feminismo social y político.
Este concepto de transformación y de inclusión y de equidad, no de igualdad, algunas feministas piden la igualdad, yo no me identifico con ellas, en cambio otras piden equidad, que significa diferencia pero igual valor.
Pienso en una mujer del interior esposa de un gran terrateniente ¿qué tendrá que ver con todo esto?, en apariencia nada, sin embargo algo le va a llegar en algún momento. Si ella acepta el cambio o no, veremos… quizás ella no lo acepte, pero su hija o nieta por oposición lo va a aceptar.
Entonces ¿como hablarle?, no es mi metodología convencer a nadie. Una mujer que compite por un lugar de poder en una empresa con otra mujer, que desconoce su solidaridad de género y que aplica la metodología del jefe a imagen y semejanza del Dios Padre, no está aplicando la capacidad de ser red que tenemos las mujeres. La posibilidad de trabajar en círculo no en línea jerárquica vertical, pero no porque es mala sino porque está en desconocimiento y esa es la manera en que ha intervenido el patriarcado. Para que seamos ignorantes y gracias a ser ignorantes poder ser dominadas. La mujer que se aferra a esa ignorancia yo la comprendo profundamente porque no tiene la flexibilidad suficiente y está muy herida.
No te vayas a creer que en le movimiento de espiritualidad femenina estamos a salvo, no, no. Y asumámoslo!
C/ Por supuesto que no…
M/ Todas estamos atravesadas, porque hemos nacido en él, el patriarcado y porque todas tenemos que revisar la relación con nuestra madre y porque hemos nacido en un imaginario religioso donde el dios padre se grabó sobre nosotras, por mas que seamos eruditas y estudiosas y practicantes de la Espiritualidad Femenina ( en cualquiera de sus variedades) y esto me incluye.
Para mi es una practica diaria, revisar y revisar y cada vez que me doy cuenta de mis rigideces e identificaciones con estos aspectos mas sumisos, vuelvo al primer paso, a empezar otra vez, ya cada vez estoy con el recorrido ya hecho, estoy mas blandita pero me agarro broncas conmigo misma, y otra vez volver a revisar. Esta flexibilidad-inflexibilidad, sea la señora del feudal, con la hegemonía de una Margaret Thatcher, luciendo el bastón de mando como un hombre, olvidando y renunciando a su poder generador, dulcificador, sensorial, sensual, pero también de justicia y de disolución, para seguir rencorosa y enferma… de esa mujer hay algo en todas nosotras también. Está en las que estamos trabajando y en las que estamos queriendo buscar nuevos rostros de Lo Femenino, justamente porque nos reconocemos así de heridas y de secas y tenemos el anhelo de sanarnos.
No todas queremos y podemos cambiar. Uno encuentra el mandala de la Triple Diosa (del que habla y escribe Analía Bernardo) y una dice “pero esto lo tendrían que conocer todas las mujeres”…Si. quizás sí, quizás no. Leemos o hacemos una Rueda Púrpura y sentimos, “pero esto tendrían que experimentarlo todas”… Yo ya no siento así. Aquellas que tengan ganas, aquellas que lo necesiten, aquellas que busquen un cambio, que tengamos un deseo de superar el dolor y hallar el gozo y de poder viajar entre dolor y gozo y no estar siempre en el dolor, aquellas…encontraran a la Divinidad Femenina porque la buscan.
C /Hay algo que se presenta mucho en las mujeres respecto a su relación con los hombres y los vínculos que con ellos forman. De pronto cuando están dos o tres mujeres reunidas hablan de sus maridos, parejas o novios y se escuchan quejas y más quejas relacionadas al egoísmo de ellos, a los malos tratos, indiferencia, desprecio, abandono et, etc. Pero cuando llegan a sus casas u hogares se someten, porque además del temor a las pérdidas sociales y económicas que impone el patriarcado si la mujer se porta mal, actualmente observo el miedo que tiene la mujer a la pérdida del sexo.
Considero que es un punto importante y aclaro que no estoy diciendo que no hay que tener relaciones sexuales, lo que sí en cambio digo es que la mujer muchas veces por no dejar el pene, el falo mágico o divino compromete su libertad, inteligencia y capacidad femenina. Entonces yo me pregunto, si bien la vida sexual es importante, pero ¿no es un costo demasiado alto el que tienen que pagar para tener a un hombre en la cama todas las noches?. Veo mucha subordinación de la mujer como también comprometer sus vidas por una tibia semejanza al amor, que ellas saben bien que es solo una amarga mentira.
M/ Lo que yo leo ahí es una ecuación un poco más abstracta: las mujeres hemos tenido que masculinizar nuestra sexualidad y no es verdad que la mujer “necesite” el falo cómo el varón necesita la vagina. No, no es verdad. Esto es un mandato cultural sobre nuestra sexualidad. Eso es una analogía que supone que somos “como” algunos hombres, iguales a algunos hombres que necesitan la descarga de semen. Aunque hay, pocos, pero los hay hombres que puede sutilizar su sexualidad y gozar muchísimo más que de la mera descarga de tensión psíquica y física, el típico “polvo de albañil”.
C/ Pero convengamos que esto último es lo que mas se ve.
M/ Así como una mujer se diferencia de una primate porque no necesita, solamente, mantener la especie.
C/ Precisamente por como es nuestra naturaleza, estas mujeres se convierten en esclavas del instinto tanto suyo como del hombre, y por supuesto no encuadro a “todas” las mujeres, sino “aquellas” a las que hice referencia anteriormente.
M/ Las mujeres no somos esclavas del instinto. Todo lo contrario, tenemos una sexualidad no stop y no necesitamos de ningún pene externo, la sexualidad femenina es totalmente auto erótica y por eso el patriarcado ha intervenido tanto para someterla y encausarla para la reproducción.
C/ Creando una dependencia sexual-erótica importante, como vos decís “masculinizar nuestra sexualidad” y haciendo esclava a la mujer, una vez más de la necesidad del hombre.
Sin embargo existe un poder sexual muy grande en nosotras.
M/ Enorme. El concepto más abstracto del que hablaba antes es la relación dominador -dominada que se expresa en la relación entre una mujer y su marido, entre una madre y su hija, entre dos hermanas y sobre todo en la relación de una mujer con si misma. Esa ecuación de funcionamiento donde hay uno superior y otro inferior donde este depende del superior. Incluso se puede dar al revés: hay hombres que se posicionan en la situación de dominado y la que domina es la mujer. Es decir lo que importa no es los genitales llevamos en la pelvis sino cual es el juego que producimos. El juego es el de dominador -dominado, que es esta ecuación de funcionamiento que opera en nuestras mentes y en las que hemos sido educadas/os en esta cultura jerárquica, sería permeable de cambio. Como ha sido un hecho cultural, no es del orden de lo natural, es cultural por lo tanto se puede cambiar. Pero cambiarlo implica una decisión, primero tomar conciencia del sufrimiento que nos causa. Esas amigas nuestras que dicen ahh no, pero yo no me voy a perder el estatus de tener un macho en mi cama todas las noches y para eso voy a ser su sirvienta o la administradora de su casa, de sus bienes o su mejor soldado, en verdad lo que están diciendo es “yo por mi misma no soy nada, necesito de un superior que me dote, me done su poder o me lo prive” y esa es la relación dominador-dominado intrínseca, inconsciente. De esto habla Rianne Eisler en sus libros, El Cáliz y la Espada y Placer Sagrado
Cuando una mujer se inicia y conoce su propio poder, puede seguir en relación con su marido, hijas/os, amigas sin cambiar nada allí afuera pero cambiando la posición interna y es capaz de hacer los cambios que tenga que hacer, de introducir las creatividades necesarias en un vínculo. De decir que no a aquello que no quiere mas y de decir que si a aquello que no existe y que sí quiere.
Este cambio en nuestras propias mentes es lo que está aconteciendo en la totalidad del planeta, con este movimiento de mujeres de espiritualidad femenina que están cuestionando la posición de lo femenino en la cosmovisión espiritual. Ya sea en el cristianismo, en el judaísmo por fuera de ambos. Con la forma de espiritualidad femenina independiente como las mujeres de la Diosa, dentro del budismo, en eco-feminismo o feminismo ecológico, en psicoanálisis con perspectiva de género. Todas estamos … que vuelva a tener un lugar protagónico, un valor Sagrado.
Esto que está pasando allá afuera ya implica un cambio en nuestras mentes. Por ejemplo todos los instrumentos sociales con los que hoy contamos en la Ciudad de Buenos Aires y en el país de lucha contra la violencia doméstica de los hombres hacia sus esposas, o de los adultos hacia los hijos. Los grupos de mujeres golpeadas. Las oficinas donde trabajan psicólogos / as, abogados / as, sociólogas/os para diseñar políticas de educación sexual, planificación familiar en las villas, en los barrios. Y en las clases sociales más altas donde la mujer puede ir y denuncia que es golpeada por su marido.
C/ La existencia de la Comisaría de la Mujer.
M/ Claro, un ejemplo mas…y hay más.
Todo esto es resultado, esta búsqueda, de resacralizar lo Femenino.
Esto tiene un rango de ley, que hayamos llegado a esto ha sido porque ha habido un cambio mental, que continuará, junto con un cuestionamiento de esta relación dominador-dominado.
El poder femenino trabaja como una nube que se expande, entonces que vos y yo hoy estemos debatiendo este tema hoy aquí, le afecta a mi vecina de acá al lado y a la de enfrente, aunque no nos escuchen esto forma círculos concéntricos. Y llegará hasta esas mujeres del interior de las que hablábamos al comienzo de la nota.
C/ Muchas gracias Myriam.