Una nota de ANALIA MARCHESANO en la revista La Granada
Vestidas de cielo. El trabajo de las brujas.
Si te digo que alguien es bruja,
no te vas a imaginar una investigadora, una mujer laboratorio, una mujer de
conocimiento, una sabedora de los poderes de las plantas, del cielo, de los
poderes de las mujeres. Y una bruja es eso, una bruja es una investigadora y
una mujer de conocimiento, es alguien que investiga los misterios. Pero nos
pasó por encima La Inquisición, y sus hogueras y sus torturas y su terror nos
hicieron mella. Y la palabra “bruja” quedó marcada, relegada a los cuentos de
Walt Disney donde es mala y devora niños, relegada a la burla, a la sospecha de
chanta, de engañosa, peligrosa, mentirosa. Myriam Wigutov durante mucho tiempo
ha practicado el oficio de bruja y se ha
nombrado a sí misma de esta manera como una forma de resistencia activa, y como
una forma de rescatar la memoria de todas esas mujeres que murieron, por mujeres,
y por brujas, en manos del poder clerical.
La sombra y los comienzos
Unas semanas antes de viajar a
Santiago de Chile, al Primer encuentro de medicina intercultural y pueblos
originarios, donde fue invitada como mujer
medicina, Myriam Wigutov me recibió en su casa, una casa que queda al fondo
de un pasillo, en Chacarita, a unas cuadras del cementerio.
Charlar con una bruja puede ser
una experiencia oceánica, la conversación puede convertirse en un navegar por
un mundo que parece infinito; y además te hace pensar que la vida puede ser
mágica. Esta historia que les voy a contar no empieza por el comienzo, empieza
por adentrarse en la sombra, por ir vestidas de cielo:
-
Myriam, en la última charla que tuvimos me
dijiste algo hermoso- le digo, mientras tomamos mates en una especie de patio
interno de la casa que hace las veces de living o comedor – me dijiste que una
bruja es alguien que se interna en la sombra para volver con una luz en la mano
o en la conciencia, ¿de qué hay que estar armada para adentrarse en la sombra?-
- Hace
un tiempo fuimos con un grupo de mujeres al Delta a hacer las cosas que hacen
las brujas, a brujear. Las brujas, cuando nos juntamos en la naturaleza,
solemos decir en los corros que tenemos que ir vestidas de cielo, lo cual
significa estar completamente desnudas. De noche, en el bosque, desnudas. Así
se entra en la sombra. El bosque y la noche como la sombra, y el círculo de
brujas como una misma; el círculo que representa muchas cosas, entre ellas a
una misma y al cosmos, que expresa que tanto lo que hay fuera y dentro del
círculo son una y la misma cosa. Estar desnudas quiere decir estar desnudas de
cuerpo, presentando la intención con desnudez, y así una se adentra en su
propia sombra, en su propio bosque. Entonces, para ir a buscar la sombra, una
va desnuda, sin nada que ocultar, con la intención clara, presentando la
intención ante una misma, ante la propia conciencia, sumergiéndose en eso que
uno no sabe, con las mejores intenciones, con la intención de vengo a buscar lo
que no sé. Vestida de cielo que además explica muchas cosas, porque vestida de
cielo es con los dioses a favor.
Myriam Wigutov tiene 53 años, un pelo lacio y largo y hermoso y una voz
fuerte, amistosa y clara; hija de una familia de médicos, fue la única de la
familia que no se dedicó a la medicina, pero sí a sanar. Desde chica, cuenta,
tuvo interés por la política y la espiritualidad, promediando su adolescencia y
juventud se adentró larga y profundamente en el budismo zen. En su otra vida,
Miriam, fue teatrista y docente de técnicas corporales, en el teatro hizo de
todo, fue directora, actriz, coreógrafa, asistente de producción, electricista,
cantante, bailarina. Su vida como bruja empieza cuando comienza a finalizar su
vida como teatrista.
-
Como a los más de 30, cerca de los 40, o a los
30, tuve lo que se llama vulgarmente una crisis profesional pero que en
realidad era una crisis espiritual. Dejó de interesarme el arte, en el teatro estaba
realmente en lo que creíamos que era la
cresta de la ola, y me empecé a aburrir, empecé a sentir que mi espíritu se
estaba mudando hacia algo que no sabía que era. Me empecé a sentir que no sabía
quién era, que me estaba pasando, insistía, pero no, iba como secándome por
dentro, y mis intereses tenían cada vez más que ver con esto que es el mundo de
lo oculto, de lo mistérico, y de lo femenino. Me interesaba muchísimo pasarme
horas meditando y escuchando, o teniendo visiones, o recibiendo información que
desconocía, y escuchando. Tratando de sensibilizarme, y esto era algo muy poco
reconocido, no es que tuve una maestra que me dijo, me pasaba de entrar en
estados de conciencia expandida, por suerte tenía el yoga ya que me daba como
una suerte de contención y cierta legalidad, o refugio, para no volverme tan
loca. Igualmente no te vayas a creer que esto fue ordenado, fue completamente
anárquico, complejo y convulsivo. Y después empezaron a caer personas, grupos
de personas, que me hablaban de la diosa, de la sangre femenina, libros. Te
estoy hablando de hace casi 20 años atrás, los grupos de mujeres y el ciclo
menstrual no estaba en boga como ahora, que está instalado, eso quiere decir
que hemos hecho bien el trabajo.
En medio de
esta crisis, todos sus saberes artísticos se desconfiguraron y reconfiguraron
en función de un nuevo interés, las mujeres y lo oculto; llegaron a ella libros,
como los de Marija Gimbutas, que revoluciona la arqueología, y habla de pueblos
que tenían como deidad a una Diosa. O libros como los de Riane Eisler, El caliz y la espada, que tomando a Gimbutas,
habla de pueblos del neolítico, pacíficos y solidarios, donde no había
dominación del hombre sobre la mujer, sino relaciones de solidaridad y
cooperación. Feminismo y ocultismo se
unen en la historia de Miriam; quedarse horas meditando, teniendo visiones,
viviendo estados de conciencia expandida, leyendo a Gimbutas, investigando,
encontrándose con personas que le brindan información. Y corroborando, en la experiencia práctica,
que realmente era una bruja:
-
Me encontraba con situaciones en donde tenía que
utilizar ese conocimiento, y la situación terminaba certificando que
efectivamente era una bruja, situaciones desde simples, como por ejemplo tener
una premonición, compartirla con alguien y que se produzca, y que el otro ya no
socarronamente te diga: “che sos bruja en serio”, sino corroborándolo; o sea
que esto de ser bruja no es un delirio, sino que es algo que es misterioso, que
no es conocido por la razón. Hasta situaciones mucho más complejas:
encontrándome sanando lugares, espacios, personas, relaciones, de un modo
sorprendente, de un modo que no puedo dar cuenta de cómo lo hice, que pareció
ser que no lo hice yo, que pasaba a través de mí una corriente que si yo me
ofertaba, podía desplazar mi ego de alguna manera, esa corriente producía algo que
se parecía a una reparación, donde había ignorancia había conocimiento, donde
había dolor de pronto había alivio, pasaba esto.
-
¿Y cómo fue que empezaste a trabajar de bruja?
-
Fui llamada.
En las épocas
del teatro, un alumno entra en crisis, Miriam sospecha que es una crisis
espiritual pero no dice nada. Un día llega ese chico a su casa, le dice: “Yo creo que vos sos la única persona que me
entendió, necesito que me ayudes”. Y ese fue su primer consultante. Miriam no
se acuerda si le cobró o no. Luego, eso chico trae a otros, y esos otros a
otros.
-
¿Hacés difusión de tu trabajo, volanteás? – le
pregunto mientras se levanta a poner la pava para otro mate. Se ríe.
-
No, de ninguna manera, la gente llega, la mejor
difusión en el trabajo.- Y me cuenta una
historia.
Una mujer, que
fue a buscar un libro a una librería, ve el libro y se pone a llorar. La
librera, sin decirle nada, la abraza, y le da el número de teléfono de Myriam.
-
Y así miles. - Remata.
Myriam no se
llama bruja a sí misma de manera inocente, lo hizo durante mucho tiempo como
una forma de resistencia activa, rescatando la memoria de esas mujeres de la
antigüedad que sabían del poder de las hierbas, que sanaban a los enfermos, que
atendían los partos, que conocían los ciclos de la tierra, que sabían de
matemática, de anatomía, sabias e investigadoras que fueron torturadas,
quemadas en hogueras. Miriam se llama a sí misma bruja reivindicando a esas
mujeres, a esa palabra, y defendiendo la honorabilidad y necesidad de ese
oficio para la comunidad. Cuando hablamos del momento en que decidió cobrar por su trabajo, me dice que
siempre tuvo conciencia de que su tiempo valía, pero además:
-
Usar la palabra bruja no era sólo una
resistencia activa desde lo ideológico y nada más, sino que también tenía que
tener un correlato material. La medicina de la mujer y el aporte de la mitad de
la humanidad a la humanidad, tiene que ser reconocido y mensurable
económicamente. Por qué es más reconocida un arma, por qué vale tanto un arma,
que un taller que enseña, o una sesión, una clase que te conecta con el
espíritu. Yo considero que el mundo está lastimado por la carencia de habitar
en el espíritu y en lo no material de las cosas. Si yo encontré el oficio de
hacer el puente, por qué no cobrarlo.
Pero también
dice que si una consultante, de las que siempre termina haciéndose amiga, no
tiene dinero para pagarle, no va a dejar de asistirla.
-
¿Pero qué es ser bruja?- le pregunto, cuando
vuelve con el mate.
-
¿Qué es ser una bruja en el 2013? Lo que suelo
responder es que es una mujer que está iniciada en los poderes de la energía
femenina en sí misma y en todo lo que existe, una mujer conocedora de las
energías femeninas, una mujer capaz de utilizarlas, una mujer con ética, una ocultista, una mujer
que conoce el misterio, o que por lo menos investiga el misterio de lo
femenino, que valoriza el sagrado ciclo de la tierra, de los cielos, de luna,
de la vida, y de las sangres de las mujeres, y que trata de instalar en la
conciencia social que lo femenino y lo oculto, que están bastante asociado, no son
nada negativo, sino que están negativizados desde el Estado, desde la Sociedad Estado
en la que vivimos desde hace muchos milenios, en donde lo femenino es vivido
como amenazante y contaminante. Entonces bruja es aquella mujer que utiliza
tecnologías ancestrales femeninas, como las mancias, o simplemente la plática,
la conversación, la palabra, el yoga de la palabra, para estar en estado de
laboratorio, de elaboración, sin dar terminado el proceso, de que el conocimiento es una
búsqueda permanente. Es la que puede aliviar algún dolor, algunos de los
dolores físico, emocional, energético, y del alma, sumergiéndose en la sombra,
lo suficientemente profundo, sin temor, y volver con luz en la mano, o con luz
en la conciencia.
-
¿Cualquier mujer puede ser bruja?
-
Todas las
mujeres por naturaleza tenemos útero, y no todas están interesadas en conocer
los misterios de la sangre femenina y de habitar y de manejar estas energías.
Es como tener buena voz, pero no todo el mundo quiere ser cantante. Las mujeres
tenemos esta condición, esta capacidad, de ver en lo invisible, generalmente
casi todas somos acusadas de ver la quinta pata al gato o el misterio en el
huevo, porque tenemos esta habilidad de ver en el misterio, en lo insondable,
de viajar entre mundos, y lo que media entre la casualidad de tener una
precognición, una premonición, un sueño o una visión azarosa y adoptar el
oficio de la bruja es el entrenamiento, lo mismo que en un músico.
La sangre femenina. Lo femenino como sagrado
La menstruación tiene muy mala
prensa. Vergüenza, problema mensual, asco, dolor de ovarios, millones de
pastillas y laboratorios facturando para paliar los dolores menstruales. Eso y
más es lo que provoca nuestra menstruación en nosotras y en la sociedad. La
menstruación está vista como un problema que tenemos las mujeres, incluso se ha
inventado la pastilla para eliminarla.
Miriam, y
otras mujeres también, trabajan para revertir esta situación, para devolverle a
las mujeres su relación con su ciclo menstrual, una relación saludable y de
empoderamiento al vivir de otra manera la sangre femenina. Miriam dice que este
es el tema más grande que conoció en su vida, y enseña a vivir el ciclo
menstrual como un misterio a descubrir y no como un problema a resolver. Un
misterio donde tal vez se encuentre alojado mucho de nosotras mismas que a
veces queda en la sombra. Miriam me cuenta que muchos pueblos de los que fueron
aniquilados y conquistados, en todas las latitudes del planeta, la ceremonia de
la llegada de la menarquía, o primera luna, o entre nosotros, menstruación, era
la más importante de la comunidad.
-
Entonces que pasaba, la niña era tomada por una
madrina, instruida un año antes de la llegada de su luna, la instruye en que le
va a llegar un sangrado, en lo que esto significa desde todos los puntos,
biológico, emocional, energético, filosófico, espiritual, mitológico. Y esa
niña comienza a tener un conocimiento de su poder, habilitada comunitariamente
como una ciudadana que tiene igual o más rango que cualquier varón guerrero o
adulto o adulta. Y a su vez se le traslada de ser dependiente de su madre, se
le da el conocimiento de los grandes ciclos de los cielos, de la tierra, y del
espíritu, entonces pasa de la madre biológica a la madre universal. Esta niña
tiene voz y voto en la comunidad. Adquiere un rango como de adulta, ya puede
decidir, puede elegir pareja, porque ya puede tener hijos. Esto significa que
esta joven mujer recibe la instrucción de que atravesar el portal de la
menarquía le otorga un poder del cual ella es responsable. Y tres son los
poderes, poder de engendrar, poder sexual, de vivir el gozo, dar gozo y
compartir el gozo, el poder espiritual de ese gozo, de elevarse espiritualmente
a través de la sexualidad, que es muy importante, y poder sacerdotal, capacidad
visionaria. Nosotras, en el mundo patriarcal, no sólo no recibimos toda esta
información, sino que además recibimos todos los palos de la otra mitad de la
humanidad, en donde somos objetos de todo tipo de agresión. Entonces por qué es
importante que hoy en día las mujeres recibamos
esa información y comprendamos que nuestro ciclo menstrual y los
portales iniciáticos femeninos son importantes, es porque recibiremos el
conocimiento y haremos contacto con nuestro propio poder. Poder que está
aniquilado.
Durante el embarazo de su hijo
Ulises, Miriam creó, o en palabras de ella, canalizó, La Rueda Púrpura. Un taller grupal y vivencial donde las mujeres
recibíamos instrucción, durante todo un día de trabajo, sobre las diferentes
ginergías, o energías femeninas, que se ponen en acción durante las etapas del
ciclo menstrual. La virgen, la madre, la anciana, la oscura: la etapa
preovulatoria, la ovulatoria, la premenstrual y la etapa menstrual. Luego de
esta etapa grupal decidió empezar a trabajar en sesiones individuales, una a
una.
Miriam enseña que las etapas
del ciclo menstrual son cíclicas como el cielo y la tierra, día y noche;
invierno, primavera, verano y otoño; enseña que estamos educadas para vivirnos
lineales como las fábricas de pollo o como la tierra sojizada, pero que nuestra
naturaleza es cíclica, y que el momento de la oscura, o momento menstrual es el
del recogimiento, la quietud, el silencio. Un momento donde gozamos de un
estado de conciencia ampliada. Lo que enseña es un mapa, después, cada mujer,
con ese mapa, hace lo que quiere, o lo que puede. Me cuenta historia:
-
Recuerdo una mujer que llegó con muchos intentos
de suicidios, y que todos eran cuando estaba sangrando. Cuando recibió la
instrucción de La Rueda Púrpura, entendió la rabia profunda que le provocaba
ser mujer. Infertilidades, muchas mujeres que no pueden embarazarse, y que con
el solo hecho de aprender a seguir su diario menstrual lunar, todo se organiza.
Digo, pero la gran mayoría tiene que ver con la ignorancia. Es muy poco lo que
enseño.
Los mundos invisibles
¿Cómo es la casa de una bruja? En
la casa de Myriam hay pocos elementos que indiquen lo que ella es, pero los
hay. Por ejemplo, un gran caldero con aspecto de haber sido muy usado apoyado
en el piso del living. Cuando le pregunto por él me cuenta su historia: se lo
envió hace años un corro de brujas de Irlanda a las que Miriam no conoce,
diciéndole, “no preguntes nada”.
-
¿Y lo usás le pregunto? – mientras miramos el
caldero.
-
Claro!
Y me cuenta, que el caldero se
usa para ceremonias, y que todos los objetos mágicos, que son las herramientas
de las brujas, simbolizan o pertenecen a alguno de los cuatro elementos, agua,
tierra, fuego y aire.
-
¿A qué elemento pertenece el caldero?- Me
pregunta, haciéndome sentir una aprendiz de bruja
-
Agua -
atino. Y le pego.
-
Los objetos mágicos de las brujas están muy
banalizados, como el trabajo de las brujas- le digo
-
Muy banalizados- afirma, y trae una bola de
cuarzo. – Andá a trabajar con esto- dice señalándola- y vas a ver qué banal qué
es.
-
¿Cómo se usa?
-
Bueno…tiene una pilita acá abajo….
Después de reírnos un rato y
hablar de las películas que pasa la bola mágica con pilas, Miriam me cuenta que
esa bola de cuarzo, como todos las herramientas mágicas, tiene una función
simbólica y otra de uso, para decirlo de alguna manera, se usa para entrar en
estados de conciencia contemplativa y visualizar. Ninguno
de estos elementos fue comprado, todos llegaron a ella de alguna manera mágica,
como el caldero. Según Miriam, estos elementos deben ser logrados, no
comprados. Porque cada uno de ellos tiene que ver con el trabajo de la bruja
con alguno de los elementos, y con los espíritus de esos elementos. En el mundo
de las brujas, el universo está vivo, hay espíritus en la tierra, en el aire,
en el agua, y los hay en el fuego, éstos últimos son los que requieren más
entrenamiento para trabajar con ellos.
Le pregunto por su trabajo en las
sesiones, qué es lo que ella hace en el trabajo de las sesiones:
-
No tengo ni idea- me responde, y cita a otra bruja- Vicky Noble
una vez dijo algo interesante, es una maestra y amiga, y colega muy importante.
Ella dijo algo así: “somos como un pararrayos que trata de captar algo que es
como el rayo”. La verdad, es que ahora que lo estamos pensando, el budismo zen
me enseño a no darle crédito a mis pensamientos, a que mis pensamientos no son
lo importante, a correrme, entonces aparece otra sustancia, difícil de nombrar,
llamémoslo el ser, que tiene otra forma de moverse, y otro espacio, que también
trabaja a través de la mente, de otro modo. Ahí está la intuición, la
percepción, la visión, sin la carga y el peso de los mandatos, prejuicios, que
pesan sobre la jaula mental de lo que llamaríamos el ego, la personalidad.
Myriam insiste mucho en la
importancia del lugar de “no saber” de la bruja, la postura de acercarse al
misterio sin saber, armada de técnicas y saberes, pero sin saber, preguntando. Y
también en el aspecto pragmático de la bruja, “una bruja es una mujer
pragmática” dice, porque no sabe y va probando, va investigando. Si esto no
funciona, prueba otra cosa.
Miriam habla, es muy generosa
con su saber y su experiencia, hace dos horas que estamos charlando y ambas
estamos encantadas.
-
Tengo unas últimas preguntas- le digo
-
¡¿Ya las últimas?!- me contesta con ganas de
prolongar la charla. Así que yo, encantada también, prosigo con la entrevista.
-
¿Cuáles
son las cosas que más disfrutás de tu oficio?
-
Uh, a
ver, ¿qué serían para vos cosas?
-
Las
cosas que sentís, las que ves, las palabras que escuchás, las palabras que
decís…..los vínculos que se construyen.
-
Todo eso
que decís es maravilloso, me produce un gozo, una felicidad enorme. Me produce
mucha felicidad cuando la mujer que es consultante siente felicidad, y llega a
esos lugares de comprensión, algunas lo viven así como una explosión, una
explosión de fuegos artificiales, y es muy amplio y muy grande; y otras es más
con cuenta gotas, y otras directamente están cerradas y no lo experimentan,
cuando eso pasa, cuando no lo experimentan, yo sí igual lo experimento,
experimento eso que me produce placer, pero puedo ver cuando se cierran, hay
veces que eso me da mucha frustración, o me daba mucha frustración, cuando era
más joven, cuando creía que las cosas dependían más de mí, y ahora me doy
cuenta que las cosas no dependen tanto de mí, que dependen de infinidad de
factores que no soy yo. Entonces te diría que hay mucho de juego, de
creatividad, de improvisación, hay mucho de arte, de artesanía, casi como un
estado lúdico, entonces es disfrutable todo el tiempo. Incluso cuando aparecen
llantos, lágrimas, dolor, por ejemplo, cuando estoy trabajando cuando una mujer
que ha padecido violaciones sexuales durante mucho tiempo, es tocar un
territorio de dolor…enorme. Y aún así hay un gozo liberador en estar metiendo
la mano ahí, metiendo el espíritu ahí. La mujer que ingresa con una carga
pesada y dolorosa se va alivianada, y eso ya es…una felicidad.
Meter las manos en el dolor,
entrar a la sombra, tener visiones, navegar entre los múltiples mundos invisibles
con los que convivimos, tener estados de conciencia expandida, por esos lugares
anda nuestra conversación cuando le pregunto por qué, si las experiencias de
tener visiones, o premoniciones son tan humanas, y quizás más frecuentes de lo
que creemos, están tan negadas.
- Pienso que hay un discurso
oficial, que es el de los que detentan el poder económico y político, del Estado, de difusión, el poder
de las ideas, y todo lo que no sea funcional a ese poder, bueno, no está del
todo aceptado. A ver, por ejemplo, el fenómeno mediúmnico o precognitivo, si
vos vas a un médico y le comentas, mi hijo no llora o llora todas las noches,
le van a hacer todo tipo de exámenes, todo tipo de cosas, jamás se les va a
ocurrir que ven algún tipo de energía, que escuchan algún tipo de voz que los
asusta y les da miedo, en cambio si vos lo llevas a una curandera, o a una
machi, va a instalarse en la casa, va a percibir, va a mirar donde mira el
nene, como duerme, como cambia la respiración, va a tratar de conocer la
historia de la familia, y posiblemente descubra que esta personita está viendo
realidades, cosa que le pasa a los chicos, que los adultos dejamos de ver para
poder adaptarnos a la tercera dimensión y no morir en el intento. Entonces, a
que conclusión podemos arribar, que cada cultura condiciona el modo en que es
usado el cerebro y hace una selección sensorial, educa o adoctrina en lo que se
debe percibir y en lo que no.
- Y de qué manera pensás vos que no
sería funcional a esta cultura, poder percibir los mundos invisibles sabiendo
de que se trata. Que disrupción provocaría.
Y, sería otro mundo. Imaginemos
que le pasaría al señor que viene a podar el árbol de enfrente, la cuadrilla de
la municipalidad de Buenos Aires de Macri, si supiera que ese árbol tiene
espíritu, y habla, y siente. Creo que tendrían un conflicto, se angustiarían,
llorarían, les pasarían un montón de cosas. Ese trabajo sería diferente, sería más
ceremonial, habría una charla con el señor árbol, que se parece bastante lo que
hacen los pueblos originarios hoy día cuando van a tomar de una planta una
hijita, hacen una ofrenda, se sientan, conversan, tienen un vinculo con la
naturaleza de esa planta, o con la naturaleza del río, o del animal que van a
matar. No matan masivamente, el tema de la relación es el punto, la relación
con. Entonces yo me imagino que sería un mundo muchísimo más escuchado, y más
presente, lo visible sería más visible, lo inaudible sería más audible. Hay un
mito o leyenda que dice que todos los reinos, el reino animal, vegetal,
mineral, y todos los elementos: aire, fuego, aire, tierra, en una edad de la
humanidad muy pretérita vivían en la tierra, que los humanos éramos una de las
razas que habitaba el planeta, que los arboles caminaban, que las piedras
hablaban, las hadas, los duendes, los elfos (todo esto en términos europeos,
acá tienen otros nombres), y que existían las razas de los gigantes andaban
entre nosotros (que todo eso quedo relegado al mundo de los cuentitos
infantiles). Y lo que dice la leyenda es que cuando el ser humano se convirtió
en el depredador y en el conquistador, 5000 o 6000 años antes de nuestra era,
todos esos seres decidieron hacerse invisibles para que no fueran depredados,
conquistados, arrasados. Me gustaría creer que es verdad. Yo he subido montañas
muchas veces, y me ha parecido estar en compañía de muchos seres.
El agua del mate ya está tibia,
y nosotras satisfechas y cansadas de nuestra larga charla. Nos despedimos con
un abrazo y me vuelvo a mi casa pensando que yo no sé realmente si los árboles
hablan, que sí creo que tienen espíritu, y que además quiero creer que sí, que
quiero creer que hablan y que tienen espíritu porque estoy segura de que sería
un mundo mucho más bello si todos creyéramos que es así. A nuestro mundo le
hace falta, pide a gritos, un poco de magia real, de creer realmente que los
gnomos son los espíritus de la tierra que pueden enseñarnos cosas sobre ella,
que hay hadas que son los espíritus del aire, que convivimos quizás con otros
mundos invisibles que están a disposición de nuestra percepción si le damos crédito.
Pienso también que ser bruja y ser una mujer con ganas de descubrir sus propios
poderes de mujer van de la mano. Y que este mundo mejoraría un montón si les
diéramos un lugar honorable a las brujas, a las mujeres sabias, a las que se
adentran, vestidas de cielo, en el misterio, a las que te enseñan a
relacionarte con tu propio misterio y con la magia de la vida. No creo que esa
magia sea patrimonio de los pueblos originarios, ni de algunos elegidos o
elegidas con dones, creo que es patrimonio de la humanidad, y que es una
dimensión nuestra que podemos recuperar.